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En el tiempo (ya más de un año) que lleva Jesús Julio Carnero al frente de la alcaldía de Valladolid, se le ha venido reprochando que haga compatible ese cargo con el de senador. ¿No merece dedicación exclusiva una ciudad del calibre de la nuestra? ... Hace algunos días, hubo un pleno monográfico en el ayuntamiento para pedir explicaciones por este tema, pero sólo sirvió para el habitual intercambio de insultos en clave nacional. Ya saben ustedes que la política española consiste, cada vez más, en exabruptos, aspavientos y muy poquita gestión. A este paso, las legislaturas se acabarán pareciendo a la lucha libre mexicana.
Este asunto de los alcaldes senadores merece un análisis algo más profundo. Es verdad que es perfectamente legal y que hay casi cincuenta alcaldes que son, a la vez, senadores. ¿Pero es eso ético si no se anunció en la campaña electoral? ¿Es eso práctico cuando hablamos de ciudades de cierto tamaño con un volumen de problemas elevado? Valladolid es la ciudad más poblada que está en esa situación de alcalde frecuentemente ausente y sólo otras tres de esa lista (Hospitalet de Llobregat, Jerez y Algeciras) superan los 200.000 habitantes. El resto son localidades bastante pequeñas.
El senado español tiene unas competencias muy limitadas; es más ornamental que práctico. En Estados Unidos, con una población de 330 millones de habitantes tienen 100 senadores; en Alemania, con una población de 80 millones de habitantes tienen alrededor de 70. Nosotros, que somos más chulos que un ocho y nos sobra el dinero (sobre todo, el público), tenemos 266 senadores para 50 millones de habitantes. Ello se explica porque la principal función del senado español es dar refugio a los políticos que no han podido acomodarse en otro sitio: gente a la que se premia por una trayectoria, gente que quizás guarda documentos que no conviene que vean la luz… No estoy afirmando que en nuestro senado sean todos unos espantapájaros: también trabajan allí ujieres que han superado un exigente proceso selectivo.
¿No es una falta de respeto hacia Valladolid que Jesús Julio Carnero no consagre a la alcaldía el cien por cien de su atención y de sus desvelos profesionales? El argumento de que desde Madrid se defienden mejor los intereses de la ciudad me recuerda a las declaraciones del capitán del Costa Concordia, aquel crucero que naufragó por una maniobra imprudente frente a las costas italianas. El capitán fue de los primeros en abandonar el barco. En el juicio, dijo que lo hizo para coordinar con mejor perspectiva, desde tierra firme, las operaciones de rescate.
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