
Confinar la economía no es una buena idea. Otra vez no. Aquel mes de marzo, sin el escudo de las vacunas, se puso a prueba ... la resistencia de muchas empresas que no volvieron a levantar la verja tras la vuelta a la triste realidad. La economía española ha sido de las que más ha sufrido, a pesar del tímido salvavidas que supuso el ERTE. Ahora el desafío es otro y el escenario también es distinto.
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Con una pandemia desbordante, pero con una presión contenida en los hospitales, las empresas tienen que asumir el coste de una cascada de bajas que, como mínimo y como máximo se prolongarán diez días. Solo los gigantes pueden sostener esto. Y la prueba está en que las más pequeñas han tenido que colgar el cartel de cierre por aislamiento.
Hay que salvar vidas y a ello está contribuyendo la ciencia y el bendito suero, pero también hay que salvar a familias y con ello, la economía. Un difícil equilibrio que puede conseguirse si se toman las medidas apropiadas. Sería razonable acortar los aislamientos de los positivos si existen garantías de que no va a haber contagio, pero no hay certezas absolutas. Hemos pasado de un periodo medio de contagio de tres a nueve días y Ómicron ha venido a acortarlo hasta cinco. Pero nadie sabe si habrá nuevas variantes de mayor incubación. Hoy, ya nada es cierto, tampoco para la economía.
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