Consulta la portada del periódico en papel
Un grupo de migrantes rescatados en el mar desembarca en la isla de Lampedusa. Efe

Viaje fatal del Ténere a Lampedusa

«Los barcos de migrantes son asaltados por falsos pescadores tunecinos, que roban dinero, teléfonos móviles y motores para revenderlos»

Agustín Remesal

Valladolid

Sábado, 12 de agosto 2023, 00:39

Lo llaman «el camino del infierno». Miles de migrantes de los países al sur del Sahel cruzan cada mes el desierto del Sahara hacia el norte, Argelia y Libia, desde la ciudad nigerina de Algarez. Ese borde despoblado del desierto de Ténere, tierra de tuaregs ... y línea de partida de la emigración más miserable de África, filas de furgonetas cargadas de viajeros sigilosos y grandes bultos, cruzan las arenas abrasadoras y las misérrimas aldeas fronterizas de Libia y Túnez habitadas por la nada. Es esa una tierra difícil de transitar, escasamente vigilada y controlada por los traficantes de la mercancía humana que supera todos los peligros en busca del Mediterráneo. Hay testimonios espeluznantes de quienes se echan a esos caminos empujados por una esperanza irracional, en busca del sueño de Europa. Los audaces viajeros de todas las edades, niños, jóvenes y adultos, no se arredran cuando ven en las cunetas a quienes los precedieron, tumbas míseras de cementerios y cadáveres abandonados de los que perdieron la vida en el desierto, muertos de sed o de otros peligros, víctimas de penurias ignoradas. Vivos o muertos, todos ellos intentan alcanzar su meta soñada sobre la arena en busca del mar.

Publicidad

En Libia, antes puerta abierta de esas riadas humanas de quienes buscan saltar a Europa desde sus puertos, el ejército y las bandas de delincuentes detienen y desvalijan a los migrantes que llegan del desierto más duro; ellos han dejado de considerar como seres humanos a quienes llegan allí perdidos y moribundos. La explotación de esos migrantes se rige en Libia por la ley que aplican los militares, policías y bandas criminales para controlar a esos ciudadanos subsaharianos en tránsito: el chantaje y el negocio clandestino con la amenaza de muerte. Esa crudeza se justifica y aplica además con los acuerdos y subvenciones de los controles pagados por el Unión Europea, para impedir el flujo de migrantes desde los puertos libios y tunecinos, cortando el camino hacia Europa.

La desesperación, sin embargo, salta todas las fronteras. Desde Sfax zarpó hace una semana una pequeña embarcación que se hundió en el estrecho de Sicilia el pasado martes. Cuarenta y un inmigrantes murieron allí; fue otra tragedia con sólo cuatro supervivientes, dos hombres, una mujer y un menor, que fueron rescatados por un barco mercante. Tras seis horas de navegación, la débil barca metálica de siete metros de eslora volcó arrastrada por una gran ola. Todos los inmigrantes de varias nacionalidades fueron engullidos por el mar. Sólo quince tenían chalecos salvavidas, pero también se ahogaron. La embarcación iba sin motor fuera de borda y es posible que los sobrevivientes del naufragio permanecieran a merced del oleaje durante varios días. La Fiscalía italiana investiga las condiciones de la embarcación y un nuevo fenómeno de la piratería que reina en esa ruta desde Túnez a la isla de Lampedusa: los barcos de migrantes son asaltados por falsos pescadores tunecinos, que roban dinero, teléfonos móviles y motores para revenderlos.

A pesar de la lucha del gobierno de Niamey contra las redes de contrabandistas, el número de migrantes subsaharianos que logran llegar a Argelia, Túnez y Libia ha vuelto a aumentar en Niger: 8.800 en febrero de 2023 frente a una media mensual de 5.400 en 2017, aunque lejos de los 27.000 por mes en 2016. El oasis de Agadez cerca de la frontera con Argelia, a través del cual pasaron 333.000 migrantes en 2016, prosperó sin embargo durante años gracias a una pujante economía migratoria. Una reciente encuesta de Gallup proporciona un dato explosivo del polvorín migratorio del África subsahariana: en diez años, el deseo de emigrar de los ciudadanos de esos países pasó del 18 al 40 por ciento de los adultos, y la población actual de Niger (26 millones de habitantes) se habrá multiplicado por tres antes del año 2050. No es probable que una eventual guerra provocada por el reciente golpe de Estado en Niamey retarde esa bomba demográfica y mitigue su expansión hacia Europa. La rebelión popular en Níger y la furia de los grupos yihadistas del Estado islámico amenazan la estrategia militar francesa, ya probada por otros múltiples golpes de Estado en el Sahel. Se pide el cambio de gobernanza en esos países africanos del caduco bloque colonial de Francia, objetivo también de los comandos rusos Wagner y del brazo largo de Putin, dispuesto a ocupar esa zona del continente negro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad