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Como si los protagonistas de la guerra en Ucrania, mermados los arsenales y las tropas, tuvieran necesidad de cambiar sus estrategias tras la aplastante victoria ... electoral de Vladimir Putin, los dos contendientes han decidido reforzar los bombardeos en la estrecha franja de territorios disputados desde hace ya dos largos años. La farsa electoral del 17 de marzo ha ungido al Zar del Kremlin para otros seis años, una amonestación para los países europeos que no han logrado frenar la embestida rusa ni han mostrado una notable fuerza de resistencia en el campo de batalla ucraniano.
Las ambiciones de Putin se acrecientan y plantean nuevas y poderosas amenazas a medio plazo, que superan su codicia más allá del aplastamiento de Ucrania. El presidente ruso, reforzado con la abrumadora y tramposa superioridad de su victoria electoral, aspira a reforzar y acrecentar el espacio militar de su geopolítica en África y Medio Oriente y colocar sus armas nucleares en el espacio. Frente a ese reto amenazante, ha faltado en Europa habilidad política. La cumbre de líderes de la Unión Europea celebrada esta semana ha concluido con una neutra declaración de solidaridad con Ucrania y con su pueblo y «el apoyo a la economía de Ucrania, así como a su sociedad, sus fuerzas armadas y su futura reconstrucción». El ambiente de la reunión en Bruselas ha sido simple y sombrío. Es manifiesta la debilidad de Ucrania y la reticencia evasiva de la UE, cuya ayuda se ha limitado al suministro de material bélico en una guerra de desgaste que más parece favorecer a Rusia, cuya economía ha demostrado ser resistente a las sanciones occidentales. En resumen, el apoyo de la Unión Europea y de Estados Unidos a Ucrania se limita a mantener la solvencia del Estado ucraniano.
A pesar de su lejanía y del tiempo transcurrido, se repite la crónica de guerras, crisis, independencias y hostilidades entre vecinos, cuyas claves de cuanto hoy sucede se encuentran en el pasado. Detrás de la crisis diplomática entre Alemania y Rusia, desencadenada por el asalto a Ucrania, y las frecuentes amenazas rusas de asaltar las fronteras de los países que formaban el imperio soviético, han revivido los fantasmas del llamado 'Siglo Breve' en Europa. Ese periodo de guerras y revueltas en el Viejo Continente, se libró desde la Gran Guerra en 1914 hasta le caída del Muro de Berlín en 1989. Moscú acusa ahora a Alemania de preparar otro ataque contra su territorio. La clave de la historia está siempre en el pasado. Alemania, el país europeo más vigilado desde el Kremlin, responde a Rusia con las armas de una guerra híbrida, con el suministro a Ucrania de armamento abundante y de alta calidad; mientras el Kremlin intenta dividir y asustar a la sociedad alemana con noticias falsas, desestabilización diplomática y espionaje. El gobierno alemán responde calificándolo de «propaganda innoble y absurda».
La alianza occidental con Ucrania, en resumen, se muestra en las líneas rojas alemanas, en una mezcla de amenazas y reticencias estadounidenses y en el deseo francés de protagonismo. Ucrania necesita aliados ricos y generosos que gasten mucho dinero en su arsenal. Los demás países europeos son demasiado pequeños o pobres para suministrar armamentos, incapaces para ayudar o vacilantes para imponer su exiguo poder. La Unión Europea, con sus veintisiete países, no es el club de aliados cardinales que ansía la OTAN, y le ha faltado habilidad política para establecer la inquebrantable Europa que predican sus socios. La guerra de desgaste en Ucrania, impuesta por Putin, favorece a los planes de Rusia, cuya economía ha demostrado ser resistente a las sanciones occidentales. El apoyo diplomático y militar de Europa y Estados Unidos ha ayudado a mantener a sus soldados en orden de batalla.
En un intento por galvanizar a Europa, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha sugerido que algunos países de la OTAN podrían enviar tropas a Ucrania, propuesta que provocó simultáneos gritos de entusiasmo y de miedo. La alianza de Occidente necesita una estrategia a largo plazo para evitar que Rusia altanera vaya más allá para aniquilar a Ucrania. Un nuevo paquete de ayuda para Ucrania está estancado en el Congreso de Estados Unidos, y no hay señales de que vaya a concederse pronto. Reina también la confusión en Europa, y esos son mensajes, confusos a veces, que está recibiendo Vladimir Putin.
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