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Desde su nacimiento en 1979, la República Islámica de Irán ha vivido envuelta en una guerra perpetua a la que añade ahora otro pulso con ... Israel. La ciudad de Isfahán, en el centro del millón y medio largo de kilómetros cuadrados de superficie del país árabe, ha sido el primer blanco elegido por el ejército de Israel para responder al bombardeo iraní de hace una semana. Isfahán, la tercera ciudad más poblada de Irán, alberga un patrimonio de mezquitas y palacios de la antigua Persia y tres reactores nucleares de los cuatro que tiene Irán en las instalaciones donde se llevan a cabo las investigaciones nucleares. El gobierno de la república islámica pretende formar parte cuanto antes del grupo de países que disponen del arma atómica.
Los dos pilares sobre los que se asienta la teocracia iraní, la potencia nuclear y los guardianes de la revolución jomeinista, han tocado fondo desde que las milicias terroristas de Hamás, alimentadas en varios países por el régimen del gobierno de Teherán, atacaran a Israel en el pogromo del 7 de octubre de 2023, asaltando la frontera con Gaza. El inmediato ataque de Israel a la Franja palestina, el bombardeo de su población y el atentado contra la embajada iraní en Siria culminaron con una lluvia de trescientos misiles y drones desde Irán sobre Israel con escaso resultado. Esa sucesión de acontecimientos bélicos forma parte de un enfrentamiento que sigue vivo: ambos bandos necesitan mantener la tensión de esa guerra en un grado de escasas destrucciones y vistosos resultados, los de un escenario que apenas supera el peligro de un reto histórico y necesita la guerra o, al menos, una perspectiva de ella.
Los elogios y las críticas del presidente norteamericano Joe Biden a su inquebrantable aliado israelí esconden el deseo de Estados Unidos de evitar una represalia que podría conducir a una aterradora escalada regional en Oriente Medio. La confrontación entre Israel e Irán, las dos potencias militares no árabes de la región, está marcando una agenda peligrosa de muy difícil conjetura. Israel navega sobre una incertidumbre dudosa: la posibilidad de aniquilar en Gaza a Hamás y resistir la creciente oleada de críticas de los países europeos a su brutal estrategia militar, que ya ha causado más treinta mil muertos y un escenario de destrucción. En el otro extremo del conflicto bélico, el gobierno iraní considera que su territorio soberano ha sido atacado por Israel, iniciando por ello una confrontación que equivale a una declaración de guerra. El ejército de los ayatolás dispone de un arsenal de 3.000 misiles balísticos.
La idea de que los ayatolás iraníes son unos políticos expertos y grandes estrategas se disolvió hace una semana, o quizás negociaron ellos la potencia de su ataque balístico contra su enemigo predilecto. Israel está perdiendo la guerra en Gaza pero tras el ataque de Teherán, ha recuperado el control de la iniciativa y la solidaridad internacional. Irán se convirtió en el nuevo protagonista de una guerra perdida, a la espera de la respuesta de su adversario hebreo. La respuesta primera y confidencial sobre esa estrategia entre Irán e Israel sugiere que ambos prefieren evitar por ahora una escalada bélica.
El resultado de la guerra de Israel en Gaza y sus derivaciones aún no dan señales de un posible alto el fuego, a pesar de la reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, donde el voto de Estados Unidos anula hasta ahora cualquiera aprobación de una amnistía. El presidente israelí Benjamín Netanyahu sigue manteniendo su estrategia de la aniquilación del enemigo y los líderes occidentales nada están haciendo para detenerlo. La conjunción de potentes armamentos entre los países en guerra confunde la probabilidad de quien saldrá vencedor. Estados Unidos jamás abandonará a Israel como el plato a degustar entre países musulmanes, mientras los iraníes no han puesto a prueba su régimen teocrático sólo para ser aplastados por el puño de hierro de Estados Unidos y Europa. En resumen, el ataque de los milicianos de Hamás que incendiaron la hoguera del 7 de octubre desató el conflicto más violento y fatal entre Israel y los palestinos.
¿Cuándo terminará esta guerra? ¿Está incendiando Oriente Medio? El amurallado territorio de Gaza ha sido completamente devastado por el ejército israelí, arrasado por las bombas, derruidas sus ciudades y su población ambulante y hambrienta, se plantea ya la dolorosa opción de otro exilio palestino.
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