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Ningún estratega del mayor prestigio ha sido capaz de pronosticar la duración de una guerra. El tiempo de la beligerancia entre dos países adversarios es ... imprevisible e incierto, porque el calendario bélico obedece en el campo de batalla tanto a la potencia versátil de los ejércitos en campaña como a l exaltación de los contendientes. Dos años se cumplen hoy del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, una contienda sangrienta cuyos estragos ponen en juego a Europa entera. Aquella voluntad de paz duradera, renacida en el Viejo Continente tras la derrota del nazismo, se dislocó otra vez espoleada por la codicia rusa de poder, renacida de su vocación imperialista en el largo periodo de la Unión Soviética.
Europa es una manada de nazis, pregona Vladimir Putin en sus discursos y declaraciones. El segundo aniversario de la invasión rusa de Ucrania, se convierte hoy en esta ventaja estratégica: el tiempo disponible y el arsenal de armas favorecen al presidente ruso. Ucrania se está quedando sin aviones, misiles y municiones, la ayuda estadounidense está en duda y Rusia está decidida a seguir luchando sin plazo. Así que la eventual victoria ucraniana aparece ahora fuera de su alcance. Algunos expertos estrategas anuncian que el pueblo de Ucrania sufrirá más muerte, destrucción y pérdida de otros territorios. Si persiste en su política de salvar la integridad de la nación, Volodimir Zelensky debería buscar un acuerdo político con Moscú, aunque ello requiriera sacrificar parte de algunos de sus territorios.
Carl von Clausewitz, teórico militar prusiano, advirtió que la guerra, en última instancia, no consiste en matar gente y destruir objetos: la guerra es un medio adecuado para lograr en el campo de batalla los fines políticos específicos. Así es esa guerra de Putin, el dictador a punto de ser coronado de nuevo presidente de Rusia a mediados de marzo en otra farsa electoral. Él dispone ya de legiones de reclutas, a su disposición para masacrar a las tropas de Zelensky desprovistas de armas y municiones. El efecto político de esa estrategia militar se colmaría a finales del año tras la probable espera y el nefasto regreso de Donald Trump a la Casa Blanca que resquebrajaría la unión de la Alianza Atlántica.
En el mapa bélico europeo, desplegado ya en varios frentes desde el mar Rojo hasta Ucrania, Rusia se está tornando más peligrosa, Estados Unidos es menos confiable y Europa sigue sin estar unida. La magnitud de enderezar esa debilidad del Viejo Continente y su bisagra con el remoto imperio soviético no logran ajustar los acuerdos de seguridad basados en la OTAN que surgieron de la Segunda Guerra Mundial y que han impedido hasta ahora una tercera. Ha llegado la hora de que los líderes europeos rompan su falsa satisfacción postsoviética que les exige ya un aumento descomunal en gastos de defensa. Los combates en Ucrania entran en su tercer año. Rusia está ganando en los frentes ucranios y también en la propaganda: el asesinato de Alexei Navalni, el principal líder de la oposición rusa, parece haber destrozado toda ilusión sobre la crueldad y la violencia de Vladimir Putin.
La reciente publicación de la novela 'El mago del Kremlin' del escritor italo-suizo Giuliano da Empoli, cuyo personaje de ficción esconde al actor Vladislav Surkov, consejero de Putin, descubre las obsesiones y habilidades del agente de la KGB que ha ocupado ya el máximo poder de Zar de la Madre Rusia durante diecisiete años. Putin se siente cómodo manejando ese caos, al igual que su asesor Surkov, un fino manipulador que sabe alimentar toda ambigüedad. Adoptar un comportamiento confuso y ser imprevisible cuando se siente debilitado es para ese nuevo Zar la única manera de asustar a la gente. Putin no es un gran actor, mas sí excelente espía capaz de contener sus emociones, si es que las tiene. Ha recuperado con paciencia los hilos de la historia rusa para darles una coherencia, pues Ucrania y sus gestas son el corazón doloroso de un imperio ruso perdido. Sólo los débiles carecen del lujo de practicar la sinceridad.
Mientras la guerra impuesta por Rusia a Ucrania entra en su tercer año, el gobierno de Kiev se enfrenta a la peor situación desde el fracaso de la ofensiva inicial lanzada por Vladimir Putin. Lejos está el Zar del Kremlin, un nuevo Zaratustra, cuando aplica esta fórmula antigua: el poder del líder se asienta en su capacidad de acrecentar el miedo de sus adversarios.
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