

Secciones
Servicios
Destacamos
Todo se volvió en la Alhambra de Granada memoria colectiva, signo de unidad de los socios europeos occidentales y voluntad de concordia política. Como ... si esa urgente ceremonia de la diplomacia europea reivindicara allí las glorias y lecciones de un antaño lejano, lúcidas en sus piedras y jardines, la luz del sur iluminó ese escenario en el extremo meridional del Viejo Continente. Allí levantó Carlos V su palacio, planta geométrica que él, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ideó como símbolo de una paz universal y duradera en aquella Europa renaciente. Allí celebraron su encuentro los cincuenta mandatarios asistentes a la reunión de la Comunidad Política Europea, los representantes de los veintisiete países de la Unión y los candidatos al ingreso en esa institución fundada hace más de medio siglo, epílogo de la II Guerra Mundial. Como se advierte en los frontispicios del Palacio de Carlos V, esculturas de amorcillos y angelotes de una paz eterna, la Comunidad iniciática aplicó un nuevo orden continental en el que la guerra quedaba abolida. Ahora aplican su esfuerzo diplomático y militar para finalizar la guerra de Ucrania, la mal llamada 'operación especial' del presidente ruso Vladimir Putin.
A pesar del conflicto bélico en Ucrania que comenzó hace casi seiscientos días, la UE mantiene su proyecto de ampliación gradual de los ocho nuevos socios que lo han solicitado: Macedonia del Norte, Bosnia, Albania, Serbia, Montenegro, Ucrania, Moldavia y la siempre dudosa Turquía, cuyo presidente Recep Tayyip Erdogan no acudió a la cumbre de Granada, en desagrado por la acción de la OTAN en la guerra de Ucrania. Sobre los escombros de ese país asolado sin piedad por el ejército ruso, está surgiendo el mismo sentimiento de pacificación que impulsó a los padres fundadores de la UE. Esa guerra ha dado un nuevo impulso geopolítico para su ampliación. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha reiterado su urgencia y lealtad para el deseado ingreso en todas las instituciones de la Europa Occidental. El proyecto de esa ampliación ha salido reforzado en la cumbre en Granada, centrada en profundizar las relaciones entre todos los países del viejo continente. La idea es «hacer que Europa sea más resiliente, próspera y geoestratégica», según la propuesta de Bruselas.
Las ayudas a Ucrania, ahogada en la guerra para frenar la invasión rusa de su territorio, atraviesan un momento clave: el sostén militar de Estados Unidos puede decaer tras la decisión del Congreso de Washington dispuesto a recortar las ayudas en préstamos y material bélico, y aprobar una nueva ley de financiación temporal. En total, Estados Unidos ha proporcionado setenta mil millones de euros a Ucrania, incluidas las ayudas humanitaria, financiera y militar.
La Cámara de Representantes puso de relieve también esta semana una fuerte disminución propuesta por el partido republicano, recortando la ayuda para alimentar la guerra de Ucrania contra Rusia. Esa asistencia de Estados Unidos está muy por delante de la de los países europeos, como Alemania (20,9 mil millones), Reino Unido (13,8 mil millones) y Francia, cuyo apoyo es de 1.700 millones de euros.
La amenaza de Rusia, crecida en los meses pasados, se acrecienta también por los esfuerzos diplomáticos de Putin para justificar la guerra en su favor: el presidente ruso, enclaustrado más que nunca en el Kremlin, ha acelerado su máquina propagandística, que lleva sus tesis hasta los manuales didácticos que justifican el uso de la fuerza por parte de Rusia como la respuesta necesaria a las amenazas de la OTAN contra su seguridad nacional.
Rusia se hace así víctima perpetua de la hostilidad occidental, enseñan esos manuales escolares. la misma doctrina y propaganda que aplicó la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial. Sostiene Putin que Rusia sólo ha declarado guerras defensivas y que nunca persiguió a sus ciudadanos por asuntos de religión, ideología o etnicidad, doctrina oficial del Kremlin que sitúa a los países de Occidente en la línea de fuego de su perpetuo adversario.
La escultura del Emperador, a caballo en la victoria de la batalla de Mühlberg, es una de las representaciones bélicas del Palacio de Carlos V en Granada, cerca de los Palacios de los Sultanes nazaríes. Los Reyes Católicos ordenaron conservarlos «para perpetua memoria de paz». La guerra ha frustrado las expectativas de victoria en Ucrania y su única memoria son las sepulturas de sus 70.000 muertos, apenas una estadística muy lejos un día y una noche en la Alhambra.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.