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Otra vez los fantasmas de la guerra salieron de los cuarteles en una veintena de países dejando tras de su estrago insensato calamidades dolorosas, sufrimiento humano, muertes inútiles y pugnas inhumanas. Un año más en este siglo veintiuno de crueles hostilidades renovadas, las destrucciones cotidianas ... contadas puntualmente en las páginas de los periódicos y mostradas sin mesura ni rubor en las imágenes de la pantalla televisual, ponen de manifiesto el creciente e inútil sufrimiento de este año 2024 a punto de caducar. La guerra, en fin, se ha convertido en un abyecto espectáculo de telediario y perversidad con miles de muertos que arrasa a los vencidos y a su causa ignota.
He aquí la estadística brutal de esas guerras, una decena de conflictos bélicos en Oriente Medio, África y Europa, que han asolado la integridad de una decena de naciones en tres continentes. Como si tal desenfrenada mortandad de seres humanos ocurriera en los países menos prósperos y desacomodados en el mundo, la brutal imagen cotidiana de cerca y compungida de lejos rige un bárbaro conflicto sangriento y a puerta cerrada. Así se despacha la muerte en Gaza entre las milicias yijadistas de Hamás contra el poderoso ejército de Israel: más de 40.000 palestinos han sido víctimas mortales de esa hostilidad perenne que comenzó hace ya más de medio siglo. Esas mismas tropas israelíes se enfrentaron por tercera vez este año con una inclemencia inusitada a las de obediencia islámica, los musulmanes chiís de Hezbolá en Líbano, en una guerra breve que ha causado hasta hoy más de 4000 muertos. Y durante los tres años que cuentan las crónicas de la guerra de Ucrania, frente a la invasión de Rusia, las estadísticas oficiales de los dos contendientes dan cifras de muy escasa credibilidad. Esta es la trágica recensión de ambos bandos, a tenor del cálculo de los observadores de mayor prestigio: en esa guerra, las víctimas mortales ucranianas se cifran en 31.000 y las rusas alcanzan más 50.000.
En la cartografía de los territorios arcaicos, otros ejércitos se desplazan en escenarios bélicos día tras día con la creencia religiosa, la celeridad trágica y los planes de esos países islámicos en liza, desde Líbano y Gaza hasta Irán y el Yemen.
La ausencia política y su vasta pobreza avivadas por la guerra se sitúan en el país africano más ignorado, la República de Sudán, como el mayor escenario letal del continente. En los sangrientos combates de la guerra civil que comenzó allí hace veinte meses han perdido la vida más de 60.000 personas; y Jartum, la capital de ese país paupérrimo de casi 50 millones de habitantes, sigue siendo el epicentro africano del largo conflicto civil sudanés. El despiadado forcejeo de poder entre el ejército oficial y las Fuerzas Paramilitares rebeldes ha cobrado este año más de 14.000 vidas humanas en todo el país. Más de tres millones de personas han huido del Estado de Jartum. La hambruna, los asesinatos en pelotón y la brutal violación de las mujeres están vaciando las ciudades. Los países de esa África hundida en la guerra y la miseria nunca encontraron el camino de una paz admisible.
Ha llegado la hora de mostrar las victorias frente a los vencidos. Por encima de su política tradicional destinada a apagar por la fuerza las guerras entre sus vecinos, Israel mantiene el liderazgo de su poder en el Oriente Medio apoyado por su socio mayor, Estados Unidos de América, y su nuevo presidente Donald Trump. El primer ministro israelí Netanyahu lanza ahora su mirada hacia el vacío de Siria, desgobernada ya, desde las cumbres del Monte Hermón, dispuesto a imponer la divisa secular de Israel: sumar más tierra. Sus tanques israelíes se mueven ya libremente en esa zona vacía ante la ausencia del ejército sirio, expandiendo las anheladas fronteras de Israel desde Gaza, al sur, hasta Siria y los Altos del Golán al norte, en zona ya desmilitarizada. De poco le valdrán a las distintas facciones islamistas que derrocaron al presidente a Bashar al-Assad, escondido ahora sin liderazgo alguno en Moscú bajo el leve auxilio de Vladimir Putin. La caída del régimen de Assad ha anulado las antiguas certezas del Oriente Medio. Europa se muestra indiferente ante el bombardeo judío, y su ocupación parcial y temporal de Siria, lo avisa ya sin equívoco Israel. Sus colonos ya mantienen allí la tradición de la conquista: el vuelo de aviones de juguete en los Altos del Golán.
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