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Aficiones y razón

Aficiones y razón

«Cualquier afición, para que resulte placentera, reclama cierto grado de intensidad»

Jueves, 23 de enero 2020, 07:35

Cuando yo era chico el coleccionismo formaba parte de la cotidianidad. Los días de la infancia venían marcados por los juegos en la calle, los amigos y las colecciones. Colecciones de cualquier cosa. Desde canicas ('bolindres' en Extremadura) a cromos dedicados a la naturaleza, a ... países o monumentos artísticos. Colecciones caseras de chapas de botella con las que organizábamos carreras de ciclistas en las aceras de la plaza (a cada chapa se le asignaba el nombre de un corredor famoso), hasta un álbum de plástico donde había que fijar las siluetas de las provincias españolas, –iban dentro del envoltorio de las chocolatinas– afición que ayudaba a memorizar, de un vistazo, el perfil característico y la posición de cada una de las provincias en el mapa nacional. Recuerdo que también coleccionábamos cajas de cerillas o fósforos con imágenes de toreros, de trajes regionales, de futbolistas; sellos de correos; cartuchos de caza (los de los portugueses que venían durante el verano a las tórtolas en Los Carrascos, cerca de Ibahernando, eran muy apreciados, por su rareza); tebeos de 'El Capitán Trueno', de 'El Jabato', de 'Hazañas Bélicas', de 'Supermán'… (antes de que se popularizaran los de Tintín y los de Astérix). Conozco a personas mayores que también reunían vistosas colecciones de vitolas de puros, paquetes de tabaco, monedas, cachimbas, insignias de solapa, plumas estilográficas, abrecartas, marcapáginas, calendarios de bolsillo, aperos de labranza en miniatura e incluso colecciones de llaveros.

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