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Hay un generalizado consenso sobre el hecho aparentemente incontrovertible de que la crisis económica (2008-2014), más grave en España que la derivada de la Gran Depresión si nos fijamos en la subida del desempleo y en la caída del PIB, ha quedado atrás. Sin ... embargo, hay analistas de crédito que ven esta supuesta evidencia con fuerte escepticismo y advierten de que queda todavía bastante por hacer para que pueda darse por saldado el episodio.
De entrada, hay que manifestar una gran desconfianza en el valor de las ciencias económicas, ya que ni la gran crisis global fue detectada en lo más mínimo antes de que saltara como un resorte, ni en el caso español era verdad que la situación poco antes de que llegara el turbión era magnífica, como se hartaba de decir Pedro Solbes, quien a posteriori ha tenido la desfachatez de escribir un libro exculpatorio para tratar –en vano, naturalmente– de demostrar que él no tuvo que ver con el colosal desastre. Ahora, José Ignacio Conde-Ruiz y Elena Martínez Ruiz nos recuerdan en un artículo sobre la poscrisis en el blog 'Nada es gratis' «los fuertes desequilibrios y vulnerabilidades internas (déficit por cuenta corriente, precariedad laboral, alto endeudamiento privado, alta exposición al sector en la construcción, etc.)» que ya padecíamos cuando se celebró aquel histórico debate entre Solbes y Pizarro (21 de febrero de 2008), en que este mostraba franco pesimismo frente al optimismo de aquel. Ni que decir tiene que, al borde del precipicio, fue el pesimista Pizarro el que perdió el debate.
Dicho esto, el consenso económico actual indica que hemos superado algunos desequilibrios –en concreto, los del sector exterior y el endeudamiento privado– en tanto se mantienen otros importantes que son además vulnerabilidades –el laboral y el fiscal–. Con respecto al sector exterior, es reseñable que se haya conseguido por primera vez en la historia un relevante incremento de la productividad, que nos ha permitido pasar de unas exportaciones del 26% del PIB en 2007 al 35% en 2018, y sin devaluar la divisa (con ello, el mercado pudo sobreponerse a la caída de la demanda interna). En cuanto al endeudamiento privado, la caída fue en ese periodo del 40% del PIB aunque todavía permanece a niveles demasiado altos, por encima del 80%.
Faltan, sin embargo –como se ha dicho–, las reformas laboral y fiscal, que son las más ideológicas y a la vez las que en mayor medida requerirían amplios consensos para ser digeribles y eficaces.
La reforma laboral, que ha de conseguirse por la doble vía de la conquista de la productividad y del acomodo de la oferta a la demanda mediante la formación –lo que exigirá una gran reforma educativa–, no puede desconocer ni las tendencias demográficas, que pueden ser moduladas por las políticas de inmigración, ni los grandes cambios que se avecinan, particularmente dictados por la revolución digital y las políticas de cambio climático, que exigirán a medio plazo una total descarbonización de los procesos industriales. Es evidente que las políticas comunitarias se están planteando precisamente en la misma dirección, por lo que la pertenencia europea será la base de las pautas que haya que adoptar.
La reforma fiscal ha de plantearse con el doble objetivo de conseguir, por un lado, recursos para financiar las reformas apuntadas, y, de otro, más equidad en la distribución de las rentas. Apelando al modelo del 'pasillo estrecho' de Acemoglu y Robinson, la política fiscal ha de sufragar el 'Estado suficiente' que proporcione servicios y bienestar a los ciudadanos y que, estrictamente controlado por estos, pueda esta establecer el debido equilibrio entre lo púbico y privado, entre la seguridad y la libertad.
No será fácil la tarea que hemos dejado marcada porque este país ha salido muy endeudado de la crisis, y si el sector privado ha sabido –como ha quedado dicho– emprender con tino el impostergable desapalancamiento, la deuda pública se acerca peligrosamente al 100% del PIB y esta servidumbre merma posibilidades al gasto y limita los recursos aplicables a las reformas. De ahí que la buena administración pública sea en estos momentos la clave de una total y definitiva recuperación
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