Adios a la reina ejemplar
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Isabel II demostró que encarnar la máxima institución de un país ordenado constitucionalmente supone tan alta responsabilidad que requiere oficioLa reina Isabel II fue despedida con los mandatarios del mundo presentes en el funeral de Estado celebrado en la abadía de Westminster, tras un homenaje de diez días de emociones en el Reino Unido y de un respeto reverencial en los demás países. Un ... justo adiós de unánime reconocimiento hacia la figura de la mujer que durante setenta años aunó el sentir de sus compatriotas y la actualidad de la monarquía como una institución al servicio de la nación y de los ciudadanos, siempre atenta a los avatares de la comunidad internacional.
Este lunes, España estuvo representada en Londres por los reyes Felipe y Letizia, y con ellos la admiración de los españoles hacia Isabel II, que hace tiempo pasó a formar parte también de nuestra historia. Carlos III es el receptor directo de un legado que situará al nuevo rey ante un examen continuo en relación a la ejecutoria de su madre. Pero junto a él se verán retratados los jefes de estado del resto del mundo libre, sea en las monarquías parlamentarias o en las repúblicas. Encarnar la máxima institución de un país ordenado constitucionalmente supone tan alta responsabilidad que solo puede asumirse con oficio. El oficio del que la reina Isabel se retiró después de dictar setenta años de lecciones.
La capilla de San Jorge, en Windsor, reunió a parte de los asistentes al funeral en Westminster para concluir con los actos públicos. Allí estuvo Felipe VI por invitación del nuevo rey de Inglaterra. Hasta que la familia real británica pudo retirarse para proceder al entierro de Isabel II en una ceremonia más íntima. Un ceremonial de días que ha aflorado sentimientos, ha estrechado lazos de vecindad y ha convocado a cada cual en Gran Bretaña a profesar sus particulares creencias o convicciones en torno a una mujer que se ha ido pero que permanecerá viva en la memoria de todos.
Correspondía a la Casa Real de aquel país establecer el protocolo de invitados a la ceremonia fúnebre, y a la Casa Real española y al Gobierno atender su decisión. En este caso sobre todo por respeto hacia la finada y a su ejemplo. Los españoles estamos en condiciones y también en necesidad de quedarnos con lo mejor. Y lo mejor de ayer es que sobresalieron las emociones en torno a una institución que en nuestro país encarna Felipe VI, no el rey Juan Carlos, quien abandonó su retiro voluntario en Abu Dabi para despedir a Isabel II.
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