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Finlandia ha anunciado que pedirá el ingreso en la OTAN y Suecia podría hacerlo en breve. La noticia ha provocado una dura reacción de Moscú, que enseguida ha calificado la decisión como una amenaza hacia Rusia. Casi al mismo tiempo, Ucrania redobla sus esfuerzos diplomáticos ... para conseguir que la Unión Europea le ofrezca ser al menos país candidato, aunque su entrada real se demore algunos años. En ambos casos, los aspirantes buscan acogerse en tiempos de incertidumbre existencial a un paraguas protector cercano, sea el de la UE o el de la Alianza Atlántica. Sin embargo, es muy probable que la solicitud finlandesa (y la sueca en breve) tenga éxito y la ucraniana fracase.

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La entrada en la OTAN de los escandinavos no tiene muchos problemas técnicos, aunque plantea el serio interrogante de la dimensión de la respuesta rusa, que podría ir más allá de las sanciones energéticas y producirse de inmediato, antes de que hubiera tiempo para ratificar el ingreso. La cumbre de Madrid en junio podría bendecir una ampliación realizada a toda velocidad.

El caso de Ucrania y la UE es mucho más complicado: el ingreso en el club europeo supone una verdadera mutación constitucional y requiere una preparación y estabilidad política, territorial, social y económica incluso antes de llegar al status de país candidato. Tanto la Comisión como la presidencia francesa del Consejo han ofrecido buenas palabras al heroico gobierno de Zelenski, pero poco más podrán hacer en términos legales cuando se examine antes de verano la solicitud formal. Es posible que como gesto simbólico Bruselas invente para Ucrania una nueva categoría de país afiliado a la UE, siempre que no tenga que explicar con detalle en qué consiste.

Emmanuel Macron ha propuesto una fórmula alternativa interesante, la creación de una comunidad política europea. Se trataría de poner en pie una nueva organización que englobe a los países de la UE y a otros de su entorno para promover la cooperación en muchos ámbitos, desde la seguridad, a la energía o la libre circulación de personas. Ucrania y también Moldavia y Georgia tendrían sitio en esta iniciativa. Estaría abierta un día al Reino Unido, si quisiera replegar velas, corregir su deriva nacionalista y acercarse al continente, aunque no parece que la huida hacia delante de Boris Johnson vaya en esa dirección.

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La UE, al igual que la OTAN, ha revivido y demuestra cada día su utilidad y razón de ser ante la guerra desatada por Putin. Pero sigue acarreando algunas debilidades y no puede dar pasos en falso, mucho menos en el delicado terreno de las ampliaciones.

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