La ofensiva de Dignidad y Justicia (DyJ) contra las cúpulas de ETA continúa con una nueva vuelta de tuerca. La organización de víctimas del terrorismo, que ha conseguido la reapertura de siete sumarios para imputar a los cabecillas de la banda, quiere impulsar una investigación ... inédita en España: la de las «expulsiones forzadas» de miles de personas del País Vasco y Navarra desde 1977 hasta 2011 por las coacciones de la banda terrorista.
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Para ello, el colectivo ha presentado este martes en la Audiencia Nacional una octava querella para la reactivar la causa por el asesinato el 4 de junio de 2000 de Jesús María Pedrosa Urquiza, concejal del PP en Durango (Vizcaya). Pero esa querella, a la que ha tenido acceso este periódico, va más allá del «asesinato terrorista» del edil por el que nadie ha sido condenado aún. DyJ sostiene que la muerte de Pedrosa fue la consecuencia directa de su «heroica y cívica resistencia a abandonar el País Vasco, tras una larga campaña de coacciones y amenazas terroristas», por lo que pide al Juzgado de Instrucción 1 la imputación de la cúpula terrorista de la época también por un delito «consumando de coacciones y amenazas terroristas».
En esa línea, la organización reclama a la Audiencia Nacional la apertura de una pieza separada para investigar la existencia de esa estrategia de ETA de «expulsiones forzadas», una «limpieza étnica», que podría haber provocado la diáspora de entre 60.000 y 200.000 personas, de acuerdo con el informe del Instituto Vasco de Criminología, que se incluye en la propia querella.
Según Dignidad y Justicia, el delito de activar esa estrategia para forzar las expulsiones no habría prescrito porque aquel fue un «delito permanente» que solo dejó de cometerse con el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA el 20 de octubre de 2011, hace menos de 20 años, por lo que este ilícito sería todavía perseguible. Por eso, la asociación defiende la vigencia del delito contra todas y cada unas de las personas que tuvieron que abandonar el País Vasco y Navarra por las coacciones desde que ETA se «refundó» en 1977 con la «fusión de ETA-militar y los comandos especiales» hasta su disolución en 2011.
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Los diez miembros de la cúpula de ETA en el verano de 2000 señalados en la querella son: Ignacio Gracia, 'Iñaki de Rentería'; Javier García, 'Txapote'; Juan Antonio Olarra, 'Jon'; Ainhoa Mugika, 'Olga'; Asier Oyarzabal, 'Baltza'; Juan Carlos Iglesias, 'Gadafi'; Mikel Albisu, 'Mikel Antza'; Vicente Goikoetxea, 'Willy'; Ramón Sagarzazu, 'Ramontxo'; y María Soledad Iparragirre, 'Anboto'.
«Todos ellos presuntamente integraban el vértice y la cadena de mando jerárquico de la organización terrorista al momento de los hechos», insiste la denuncia. Y a todos ellos, el abogado de DyJ Miguel Ángel Rodríguez, en consonancia con sus otras querellas que han prosperado, les acusa de estar detrás del asesinato de Pedrosa por dos figuras diferentes:_por «autoría mediata por dominio», ya que la banda estaba perfectamente jerarquizada y nada se hacía sin el visto bueno de la jefatura; y por «comisión por omisión», porque pudiendo haber frenado esa táctica del acoso para provocar el éxodo del País Vasco y Navarra los cabecillas nunca lo hicieron.
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El colectivo de víctimas cree que esa estrategia podría ser un «crimen de lesa humanidad» contemplado en Estatuto de Roma como «deportación o traslado forzoso». En esa línea, DyJ incluye doctrina del Supremo para defender que los cabecillas pueden ser enjuiciados por ese delito de lesa humanidad, aunque éste entrara en vigor en octubre de 2004, cuatro años después del asesinato de Pedrosa. Todo ello, insiste la querella, porque la estrategia de «expulsión forzada» al ser un «delito permanente» siguió cometiéndose hasta el fin de ETA en 2011. Y el alto tribunal ya ha zanjado que en estos casos en los que el ilícito se extiende por varias legislaciones debe aplicarse la última vigente.
La denuncia presenta el asesinato de Pedrosa como un «crimen instrumental o ejemplificante» dirigido a ablandar la «resistencia de otros muchos perseguidos a los que ETA igualmente quería expulsar del territorio en el que se hallaban legítimamente presentes». El escrito de la acusación popular destaca e «inmenso alcance de las expulsiones de población de ETA», que pese a haber sido «indiciariamente reconocido desde distintas instituciones de derechos humanos, «sorpredentemente» nunca ha sido objeto de una «investigación judicial efectiva».
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El eje fundamental del escrito de casi 300 folios es un listado de 37 comunicados de ETA desde 1977 a 2003 extraídos de otros sumarios en los que justifican el asesinato de medio centenar de víctimas como fórmula de presión para que abandonar Euskadi y Navarra. No obstante, la asociación pide al juzgado que ordene a los servicios antiterroristas informes 'ad hoc' sobre la estrategia de expulsión a lo largo de los años.
La querella insiste en que el asesinato de Juan María Pedrosa, en modo alguno, fue un «acto aislado», sino un eslabón más de una cadena de la «gran persecución, aun impune» dirigida particularmente por dos de los querellados, 'Iñaki de Rentería» y Olarra Guridi. Ambos, sostienen la acusación popular, llevaron al extremo la campaña de acoso a los miembros del Partido Popular entre el 4 Junio de 2000 (el asesinato del propio Pedrosa) y 6 de Mayo de 2001 (asesinato en Zaragoza del presidente del PP aragonés Manuel Giménez Abad).
Recuerda el escrito que la ponencia 'Oldartzen', aprobada por HB en 1994 y en la que se abogaba por «socializar el sufrimiento», entre ese 1994 y el año 2000 (en siete años) se saldó con siete atentados (consumados o intentados) ideados para matar a otros tantos políticos populares, empezando por Gregorio Ordóñez, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián, asesinado el 23 de enero de 1995.
El ritmo de atentados contra el PP para provocar la estampida de Euskadi y Navarra, sin embargo, se aceleró al máximo tras el asesinato de Pedrosa. En los once meses siguientes hubo ataques (consumados o intentados) para acabar con la vida de otros tantos miembros del PP. En seis de estos casos, los etarras consiguieron sus objetivos con atentados mortales también en Cataluña, Andalucía o Aragón. «¿Cómo es posible que 'Iñaki de Rentería' y Olarra aún no hayan sido investigados como los dirigentes y auténticos autores detrás del autor de toda esa cacería de seres humanos inocentes?», se pregunta la querella.
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