El presidente censura a Iglesias: «Somos la verdadera izquierda»

Ni siquiera espero mucho para lanzar el primer reproche tácito. Después de que Pablo Iglesias equiparara la situación de Carles Puigdemont con la de los exiliados del franquismo y cuestionara, por tanto, que España sea un Estado de Derecho, Pedro Sánchez empezó su discurso con una mención al camino emprendido por distintos políticos republicanos -Azaña, Negrín, Companys o Aguirre-, tras la caida de Barcelona en 1939.

«El ejemplo de tantas mujeres y hombres que lo dieron todo, incluso su vida por la libertad, es el cimiento sobre el que está construida nuestra democracia, una de las 20 democracias plenas del mundo. Tenemos una deuda contraída que implica honrar su memoria, mantener viva la llama de su recuerdo y defender el Estado de derecho y las normas democráticas, la Constitución -remarcó-; parece obvio pero no lo es».

Sánchez, sometido a la permanente escenificación del conflicto por parte de Podemos, dedicó además buena parte de su discurso a ensalzar la labor de la socialdemocracia y a sacar pecho de sus logros. E incluso se vanaglorió de no haberse dejado arrastrar por la presión iconoclasta de movimientos como el 15-M. «Sabemos que la riqueza -dijo, por ejemplo- no cae del cielo, que hay que crearla para poder distribuirla».

«Somos un partido que nunca abandona el camino de la política y la persuasión por otros que nunca llevan al paraíso prometido». «Somos -adujo- la izquierda que no se rinde cuando las cosas no son como soñamos».