Tomás Caballero posa en una zona ajardinada. virginia carrasco
Tomas Caballero | Presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo

«Me preocupa la normalización acelerada de los que no condenan la violencia»

Asegura que «las personas que han tenido tanta responsabilidad en el dolor no deberían tener protagonismo»

Viernes, 11 de marzo 2022, 08:15

Desde julio de 2020, Tomás Caballero es el presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT), que nació del pacto por las libertades. Están en su vigésimo aniversario. «Hemos jugado un papel importante de apoyo», explica en una entrevista concedida al diario El Correo.

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-Se cumple el decimoctavo aniversario del 11-M. ¿Aquella barbarie provocó, al menos, que el foco girara hacia las víctimas?

-Fue un atentado en el que murieron 192 personas y que provocó una gran reacción internacional. Era el mayor de Europa. Indiscriminado, una barbaridad inmensa. Tras el 11-S no había habido nada igual. Sin duda ayudó a poner el foco en las víctimas. Los daños a las víctimas son permanentes pero se realiza una labor importante para atenderles.

-La FVT, la AVT, Covite... ¿Hay muchas diferencias entre las víctimas que expliquen esa variedad de organizaciones?

-Las víctimas son plurales. Hay diferencias porque una asociación tiene socios y una fundación patronos, privados o públicos. En nuestro caso, lo segundo. La AVT tiene 40 años de historia. Hay muchas de ámbito autonómico y no son incompatibles. Covite empezó en el ámbito del País Vasco y luego evolucionó. Son entidades plurales y tienen sus matices. Me esfuerzo en no molestar a nadie, con temas ajenos a la coyuntura política. Como suelo decir, no soy portavoz de las víctimas. Quiero que todas sientan la fundación como propia.

-¿Tenemos un relato veraz de los años del terrorismo?

-La exposición que tenemos en colaboración con Vocento y que está dando la vuelta a España es la plasmación de lo que pasó con el terrorismo. Eso fue el terrorismo y ahí se refleja. Sobre el relato, hay intereses perversos en diluirlo, tergiversarlo, mezclarlo. Yo creo que la sociedad es más lista que esos mensajeros.

-¿Los jóvenes tienen una idea clara de lo que supuso el terrorismo?

-Tengo la certeza de que no. El lunes estuve viendo un trabajo de chicos de Segundo de Bachiller y eran absolutos desconocedores del terrorismo de ETA. Ya sabíamos que a Ortega Lara y a Blanco no los conocen. Por eso son importantes programas como el que tenemos con víctimas yendo a centros educativos con su testimonio. Y también ayudan las unidades didácticas que hemos hecho con el Memorial.

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Valoración retrospectiva

«Los que mataron han acabado en la cárcel y destrozado su vida pero los envenenadores no»

-Valencia acaba de presentar esas unidades, Madrid las tiene. Euskadi prepara unas propias. ¿No sería bueno que sean las mismos en toda España?

-Sí. Creemos que sí. No hay muchas maneras de contar la verdad de lo sucedido. La Educación está transferida a las autonomías y, si alguna opta por hacer otra cosa, es su responsabilidad.

-La AVT se siente «traicionada» y ha anunciado que saldrá a la calle «en contra del Gobierno». ¿Cómo lo valora?

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-Yo no lo valoro. Ni apruebo, ni desapruebo. Forma parte de esa pluralidad que existe.

-Fue de los que no se creyó las palabras de Otegi sobre el reconocimiento del «dolor causado». ¿Cree que fueron una especie de peaje para acercar y facilitar los terceros grados o excarcelaciones?

-No sé si lo llamaría peaje. Se vio que no eran unas declaraciones genuinas ni naturales. Ellos están en las instituciones y tienen presiones. La pena que me da es que personas que han tenido responsabilidad en tanto dolor sigan teniendo protagonismo y sean líderes de la gestión pública. Creo que hay una autoinhabilitación. Uno debería irse a su casa cuando es consciente de eso.

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- n ese sentido, ¿no le sorprende que formaciones, como Sortu, opten hoy por dirigentes como el exlíder de ETA David Pla?

-Claro que me sorprende, como a cualquiera. Es un gesto claro. Ahí es donde se percibe que no se ha recorrido el paso a la higiene mínima necesaria, que es el rechazo de la violencia de forma rotunda, incondicional. Es tan evidente. Pero ese grupo político se presenta a las elecciones y obtiene un respaldo que me genera sorpresa y alarma.

Cargo de conciencia

-¿Cree que hay una especie de juego de pasos adelante y atrás en ese mundo? No a los 'ongi etorris', pero loas a Antton Troitiño.

-La línea militar tiene 50 años de historia y han acabado en la cárcel 20 o 30 años, arruinando su vida y las de sus familias. Pero todos los que les han envenenado, los que les animaron, hoy todavía participan en la vida pública. El que ha matado tiene un peso en la conciencia. Pero los envenenadores están en activo.

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-Ocho presos de ETA han accedido al tercer grado recientemente, los primeros desde la transferencia de Prisiones al País Vasco.

-Cada víctima es un mundo. A mí personalmente nunca me ha importado saber dónde está el que mató a mi padre -concejal de UPN en Pamplona, con su mismo nombre, asesinado por ETA en 1998-. Tengo que pensar que todo se hace conforme a la legalidad. No soy especialista, pero hay una junta de tratamiento, un juez de vigilancia, la Audiencia Nacional. Lo que tenga que ser, será, y estará bien. Mi preocupación son las víctimas.

-El Gobierno vasco pide el fin de «las políticas de excepción penitenciarias» por el nuevo tiempo que se abre tras el fin de ETA.

-Los tiempos cambian, evolucionan y eso afecta a lo que llamaría políticas antiterroristas y habrá que aplicar lo que corresponda. A mí me preocupa mucho la normalización acelerada. La de los grupos políticos que no rechazan la violencia como arma, que no condenan lo sucedido.

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