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Núñez Feijóo saluda tras ser elegido presidente del PP. Julio Muñoz / efe

Núñez Feijóo sutura el 'harakiri' del PP

El líder gallego, elegido presidente de los populares para restañar las heridas de una guerra fratricida que Casado y Díaz Ayuso llevaron al límite

Sábado, 31 de diciembre 2022, 01:20

juan carlos león

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El Partido Popular le entregó a primeros de abril todo el poder a Alberto Núñez Feijóo. Lo hizo con el apoyo casi unánime de los delegados –obtuvo el 98,35% de los votos en un congreso extraordinario celebrado en Sevilla–, con todas ... las fuerzas territoriales de su lado para resolver la crisis de liderazgo desencadenada y con el mandato de suturar la sangría abierta por la lucha de poder entre el anterior líder de la formación, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que llevó al partido a la mayor crisis de su historia.

El dirigente gallego y entonces aún presidente de la Xunta de Galicia –cargo que abandonaría para dejar en manos de Alfonso Rueda Valenzuela– se presentó ante los suyos como un candidato «sereno, moderado y con experiencia», y se puso los máximos galones para sentar los cimientos del proyecto político que pasó a liderar. Feijóo, que prácticamente fue empujado al liderazgo popular como única solución para sofocar el fuego interno, mostró su aspiración a convertirse en una alternativa de poder creíble e intentar acceder a la Moncloa sin tener que pactar con otras fuerzas políticas más radicales, como Vox.

La llegada del dirigente gallego puso fin al desgobierno existente en el partido desde mes y medio antes, aunque el problema venía de mucho más atrás por el enfrentamiento entre las facciones 'ayusista' y 'casadista' por el control del PP de Madrid. Hasta que todo saltó por los aires en la noche del 16 de febrero con la filtración del supuesto espionaje que habría sufrido Díaz Ayuso orquestado por altos cargos de la organización.

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Cruce de acusaciones

El cisma acabó por dinamitar el PP con acusaciones cruzadas de espionaje y corrupción. Ayuso imputó a la dirección nacional actuar de modo «cruel» e «injusto» contra ella, urdiendo una campaña de desprestigio para destruirla políticamente que habría incluido investigar las presuntas irregularidades de su Ejecutivo en la adjudicación de un contrato para la compra de mascarillas al inicio de la pandemia en 2020, en pleno confinamiento, con una empresa perteneciente a un amigo de su familia y del que se habría beneficiado su hermano. «No puede haber nada más grave que acusar a alguien de la propia casa, con responsabilidades de gobierno, de corrupción. Y hacerlo sin pruebas», dijo la presidenta regional, que pidió una urgente depuración de responsabilidades.

Por su parte, Casado cuestionó la ética en la gestión de Ayuso y habló de posible tráfico de influencias. A su lado, el secretario general, Teodoro García Egea, la inculpó de verter «acusaciones gravísimas, casi delictivas» contra el presidente popular y le abrió un expediente, que sería rápidamente cerrado en un intento inútil de atemperar una lucha interna que se les había ido de las manos.

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La guerra de poder se cobró pronto su primera víctima, Ángel Carromero, mano derecha del alcalde de Madrid, cercano a la cúpula popular y supuesto inductor de la investigación al entorno de la presidenta madrileña.

Una semana después de estallar el conflicto, acorralado dentro de su propia organización pese a haber sacrificado a García Egea, Pablo Casado asumió el inmediato final de su carrera política, pero se negó a dimitir y los barones acordaron que continuase en el puesto hasta el congreso extraordinario que auparía a Feijóo. Respaldada por este, victoriosa del duelo y apaciguado el partido, Díaz Ayuso fue proclamada en mayo presidenta del PP de Madrid.

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