Secciones
Servicios
Destacamos
A. González Egaña
Sábado, 4 de marzo 2023, 07:06
Adei Carrasco tenía cuatro años cuando el etarra Beñat Aginagalde descerrajó a su padre, el exedil del PSE de Arrasate (Guipúzcoa) Isaías Carrasco, cinco tiros mortales desde el parabrisas del coche en el que se disponía a ir a su trabajo en el peaje de ... la A-1 en Bergara. Han pasado 15 años desde aquel 7 de marzo de 2008 y el benjamín de los Carrasco Romero comparte sus recuerdos de aquel día y los pesados años sufriendo 'bullying' a diario en el colegio «por ser hijo de Isaías». Nunca lo había contado públicamente y lo hace para este periódico acompañado de su madre, Marian Romero, que escucha por primera vez parte de su testimonio. Adei, que estudia técnico de Emergencias en su pueblo, es un joven que ha sabido, gracias a su familia, afrontar sin odio el drama que le ha tocado vivir, pero a sus 19 años prefiere preservar su imagen. Destaca de su padre que «fue una persona supervaliente».
–¿Tiene recuerdos de su padre?
–Adei Carrasco: Muy pocos. Le recuerdo en el camping de La Rioja al que íbamos, me sentaba encima suyo y hacía como que conducía. Recuerdo un día con él en el parque jugando al fútbol o mi cuarto cumpleaños cuando grabamos un vídeo soplando las velas...
–¿Le echa mucho en falta?
–A. C.: Muchísimo. Siempre. En todos los ámbitos de mi vida. ¡Cuántas cosas me gustaría decirle...!
–¿Qué ha supuesto en su infancia y adolescencia no poder tenerle a su lado?
–A. C.: Es muy duro. Antes pensaba: 'Veo a las personas con un padre y yo no sé lo que es tenerlo ni lo voy a saber'. Lo tuve durante cuatro años, pero, con esa edad, no recuerdas apenas nada.
–ETA marcó para siempre su vida aquel 7 de marzo de hace 15 años. ¿Guarda en su memoria momentos de aquel día?
–A. C.: Tengo un recuerdo vago. Estaba con mi madre y con una de mis hermanas y escuché un sonido. No sabía qué era. Ellas abrieron la puerta de casa y salieron muy rápido escaleras abajo. No entendía nada. Yo también fui bajando poco a poco y cuando llegué abajo me encontré a un vecino tapándome la puerta del portal. No sabía por qué estaba ese hombre ahí. Al final, otro vecino me subió y me metió en casa de nuestra vecina Mirelli. Me dejó solo un momento y me asomé a la ventana. Vi a la Policía, muchos coches en fila, mucho ruido, muchas personas... Lo último que recuerdo es que llegaron mis tíos a recogerme y me dijeron que nos íbamos a casa de mi abuela. Estuvimos viviendo allí un tiempo.
–Su madre relató en 2018 que tiempo después del asesinato, en una visita a la psicóloga, pintó la escena del atentado: coches en la acera y dos personas en el suelo; una de ellas, su madre, con los ojos y las manos pintadas de rojo...
–A. C.: Ese dibujo lo tengo grabado en mi memoria. Igual pude haber visto lo que dibujé, pero realmente no acierto a recordarlo. En mi memoria solo está la mitad de la escena, la mitad de la calle, la parte en la que no están ni mi padre ni mi madre y mi hermana. Solo veo el otro extremo.
–¿Cómo fue su vida desde aquel día?
–A. C.: El primero que volví a clase después del atentado se me acercaron varios niños y me dieron el pésame. Me decían: 'Lo siento'. Yo no era consciente con la edad que tenía de que mi padre ya no estaba aquí. Luego llegué a Primaria y ahí varios compañeros de aquellos que me dieron el pésame cambiaron. No sé por qué motivo, pero empezaron a meterse conmigo. Chavales que eran mucho mayores que yo me decían: «A tu padre lo mataron por Euskadi». Yo me enfadaba, pero no llegaba a comprender qué significaba eso realmente. Sabía que me dolía, pero no entendía la fuerza de esas palabras. Lo pasaba muy mal. Se metían hasta con cuestiones estéticas, me insultaban porque llevaba el pelo largo... Me hacían 'bullying' todos los días por ser el hijo de Isaías.
–¿Todo eso ocurrió cuando estaba en Primaria?
–A. C.: Sí. Con gente que incluso consideraba amigos.
–Marian Romero: Casi todos los días venía a casa llorando por alguna burrada que había tenido que escuchar: «Ama, me han dicho que eres una puta» o «¡Qué bien que hayan matado a tu padre!». La andereño (maestra) decía que eran «cosas de niños». Yo me enfadaba muchísimo, pero nadie hacía nada. Adei tenía que oír cómo le insultaban a su padre, a mí, a su hermana Sandra porque salía en la tele...
–¿En quién se apoyaba en ese tiempo?
–A. C.: Tenía algún que otro amigo que no se metía conmigo. Pero llegó un momento en que eran tantos los chavales que me decían cosas, que se apartó un poco de mí. Realmente me quedé muy solo.
–¿Pidió ayuda a algún profesor?
–A. C.: Nunca he querido expresar ante los demás cómo me sentía . Solo le decía algo a mi madre en casa y muchas veces ni siquiera a ella.
–M. R.: De todo esto que está contando Adei, yo sabía lo de los insultos de los niños. Yo veía que Adei además no estaba bien por una andereño. Cada vez que iba a hablar con ella, me reprochaba algo que presuntamente hacía Adei y siempre le dejaba por mentiroso. Un día, tras una reunión con ella, le dije a mi hijo por qué hacía esas cosas que decía la andereño. Y él me respondió: «Ama, no te das cuenta de que me odia. Que me odia...».
–¿Llegaron a saber por qué ocurría eso?
–M. R.: No. Solo sé que decidí sacar a Adei del colegio. Él no quería porque no conocía otra cosa. Pero lo hicimos. En cuanto entró en otro centro educativo, todo cambió.
–A. C.: Han sido muchos días de colegio muy malos.
–M. R.: Si le sacaron hasta una canción...
–¿Cómo es posible?
–A. C.: Sí. Era algo relacionado con mi madre. Se metían con ella y le cantaban bastante a menudo. Hasta en clase... Y el profesor no decía nada.
–M. R.: Le decían que la iban a subir a las redes sociales... Yo de todo esto me enteré después, me lo contó una madre y me pidió perdón.
–¿Qué les diría a las personas que asesinaron a su padre?
–A. C.: No lo sé. Solo lo podría saber si los tuviera delante.
–¿Ha sentido odio en algún momento?
–A. C.: No. Odiar no aporta nada. ¿Rabia? Mucha, muchísima rabia.
–M. R.: Es verdad. Con todo lo que le ha pasado de pequeño, no siente odio. Ha sabido afrontar todo y ahí está, convive en Mondragón con la gente del pueblo. A las personas que le hicieron tanto daño no sé si les perdonará algún día. Yo, por mi parte, a esa andereño que un día sintió odio hacia Adei no le guardo ningún rencor.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.