Un intelectual venezolano, que presentaba en Madrid un ensayo contra el chavismo, aseguró que nunca pediría asilo en España. La razón no era ideológica ni patriótica. Era práctica. Quedarse como asilado restringía sus posibilidades de ganarse la vida, le alejaba del escenario político y social ... de Venezuela y le condenaba a un ostracismo que, según cuántos ingresos o ahorros tuviera, podía ser en el madrileño barrio de Salamanca o en Usera. El aludido prefería continuar en el país que gobierna Nicolás Maduro y, en todo caso, cruzar hacia la capital colombiana en épocas de mayor represión, como la actual, y desde allí mantener sus asesorías e influencia.
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Con unas 120.000 peticiones de asilo por parte de venezolanos reconocidas en España, según ha recordado el titular de Exteriores, José Manuel Albares, y ha constatado el Ministerio de Política Territorial este domingo, la mayoría logra la «protección internacional», gracias a que la Audiencia Nacional dictó una sentencia en 2018 que evita la extradición o devolución de los venezolanos, por «razones humanitarias». Paradójicamente, la sentencia que sentó el primer precedente resolvía la situación de una alto cargo de Chávez que había caído en desgracia por el ascenso de Maduro.
Esas «razones humanitarias», instadas por Acnur, permite que el 98% de los peticionarios venezolanos haga de España su nueva casa, mientras que el estatuto de refugiado sólo se concedió al 3% de los solicitantes de otras naciones. Sin embargo, los recién llegados viven en una situación provisional. Tienen límites, como aseguraba el intelectual venezolano en aquella cena.
En los primeros seis meses de este año unos 14.000 venezolanos fueron reconocidos con el asilo. Una cifra nada excesiva para una nación -el dato es de Naciones Unidas- de la que han salido unos 8 millones de personas en los últimos años. Sólo en lo que va de 2024 han sido 42.000, la mayoría en Madrid y entre los 18 y los 64 años. Los que llegan son cada vez más: en 2022 eran 45.000, según el último informe de la Oficina de Asilo y Refugio). Ahora, el triple. Venezuela es el país con más solicitantes de asilo y refugio en España, según Interior.
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Para obtener asilo político se debe acreditar que sus opiniones contra «agentes potenciales de persecución» son respondidas actos de violencia, medidas legislativas, penas desproporcionadas, indica la Policía Nacional. La petición debe «basarse en acontecimientos sucedidos o actividades en que haya participado la persona solicitante».
Si se le concede el asilo, tiene derecho a la protección internacional, a atención sanitaria y a recibir «prestaciones sociales», que pueden estar entre 550 y 800 euros. La renovación de esta condición se hace cada seis meses y con el tiempo se puede optar al permiso de trabajo y a la residencia por arraigo. A cambio, el solicitante debe «cooperar» con las autoridades. En cuestiones políticas también es deseable el silencio, más si media un 'salvoconducto negociado', que es como ha tratado de presentar la salida de González la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, con supuesta mediación de José Luis Rodríguez Zapatero.
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En el caso de los que erigen su vida alrededor de la política, como el no reconocido presidente González o el líder de oposición Leopoldo López, fuera del país desde 2020, los documentos se arreglan por vía expedita. Pero la relevancia nacional y, a la larga, internacional del peticionario, se resiente. Salvan la vida, eso sí. En España se refugian además otros miembros de partidos políticos de oposición que han tenido distintos tipos de responsabilidades.
El exilio es una tumba. Pasa lo mismo con los huidos de toda dictadura. Sean de Cuba o Siria. Venezuela no es una excepción. Por ejemplo, habiendo tenido tanto carisma como María Corina Machado, López no tuvo ningún peso en estas elecciones, tras cuatro años fuera del país y pese a intentar mantener su liderazgo a través de Juan Guaidó, cuando Venezuela tuvo dos presidentes durante años. En Madrid está el «gobierno en el exilio» de Guinea Ecuatorial; en París, el de Irán; en Washington, el de Etiopía. Sus influencias son nulas.
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Como 'outsider', el jubilado González cumplió la misión de suplir a Machado en la papeleta electoral, para sortear uno más de los obstáculos a la democracia. Ganó, según consta en las actas monitoreadas en tiempo real que esgrime la oposición, y se ocultó para evitar su detención en un guion que estaba escrito por un régimen sin división de poderes. ¿Previeron que huiría cuando se decretara su captura?
La jugada maestra desde 2011 del chavismo cuando fracasa en las urnas ha sido la de enfriar la calle con mesas de negociación, donde se hacen promesas que no se cumplen y se impone por la fuerza armada la voluntad de la élite apoyada por una amplia burocracia. Con la calle cansada y desorientada, la oposición política se desinfla. Hay muchas fechas que recuerdan a lo que pasó hace unos días: 2014, 2017...
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Acoger a González en España, donde vive parte de su familia es un acto humanitario. No hubiera resistido en una de las prisiones temibles de Maduro. Pero también es ayudar a que la dictadura se quite de en medio, sin mayores enojos internacionales, a una figura que se convirtió desde campaña electoral en símbolo de la libertad, en esperanza de cambio.
Los líderes opositores sospechaban que no estaba en el país o que estaba escondido en una delegación diplomática. Pero le creían listo para reaparecer. En el amanecer dominical, según varias fuentes consultadas que piden anonimato, cunde el desánimo en ciudades como Caracas, un sentimiento que se suma al miedo.
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