Europeos sin reservas
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EDITORIAL ·
La disputa principal que se libra el 26-M enfrenta a los partidos que quieren fortalecer la UE con los que pretenden disgregarlaEl próximo 26 de mayo los españoles tendremos la oportunidad de elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo por octava vez desde que nuestro país se integró en la Comunidad Europea en 1986. Estos comicios adquieren mayor relevancia que los anteriores. Las disquisiciones precedentes ... versaban sobre si la Unión debía priorizar su ampliación hacia los países del Este o, por el contrario, estaba obligada a incrementar su cohesión política y social. Sobre si Europa debía avanzar a una sola velocidad, o requería mostrarse más ágil funcionando a varias marchas. Discusiones que ralentizaron la integración europea hasta la llegada de la crisis financiera de 2007; a partir de la cual los populismos nacionalistas han adquirido una inquietante presencia en todos los países, desbordando los cauces que el debate sobre el futuro de la UE había colmado hasta entonces. El escrutinio del 26-M señalará el grado de europeísmo que respira la sociedad española, y ocurrirá lo mismo en todos los demás países. Más allá de las cuitas domésticas en una cita que coincide con las elecciones municipales, y con las autonómicas en la mayoría de las comunidades; más allá de la distribución del voto en el eje que va de la izquierda a la derecha, la disputa principal que se libra el 26-M enfrenta a los partidos que se comprometen a fortalecer Europa mediante la unidad solidaria, con aquellas opciones que quieren disgregar la Unión a base de prejuicios, miedos y grandes dosis de intolerancia. Especialmente a cuenta del exilio y la migración que, procediendo del otro lado del Mediterráneo, continuará llamando a nuestras puertas. Pero también despertando los más viejos estigmas en relación a los vecinos más próximos. Como el que dio lugar en 2016 a la apurada victoria del 'brexit' sobre la sensatez, y que se cierne sobre el mañana de esas otras fronteras que se van levantando entre países distintos y dentro de cada país. El 26 de mayo reclama participación; porque de ésta depende que salga un Parlamento Europeo con fuerza para contrapesar las funciones del Consejo y de la Comisión. Pero sobre todo porque cuantas más personas hagan suyos los escaños de Estrasburgo, más fácil será que la Unión salga a flote tras la marejada populista. Para lo que convendría hacer saber que Europa no es, a pesar de sus errores y carencias, un poder coactivo sino liberador. Y que la inmensa mayoría de las opciones políticas en nuestro país se declaran europeístas.
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