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srael dio este jueves un paso más que simbólico para desescalar la crisis diplomática que mantiene con España. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores del Estado hebreo, Israel Katz, que sustituyó en el cargo a Eli Cohen el pasado martes, ha ordenado el regreso a ... Madrid de la embajadora Rodica Radian-Gordon, tras constatar el Ejecutivo Benjamin Netanyahu «un cambio a mejor» en los mensajes del Gobierno español respecto al conflicto en la Franja de Gaza, según anunció el propio Ministerio de Exteriores israelí en un comunicado en el que también destaca «la importancia de las relaciones entre Israel y España».
Radian-Gordon, que regresará a su puesto en Madrid a principios de la semana que viene, fue llamada a consultas el pasado 30 de noviembre para informar de las «vergonzosas declaraciones», como las calificó el Gobierno de Benjamín Netanyahu en un comunicado oficial, realizadas por Pedro Sánchez en una entrevista en RTVE en la que el presidente del Gobierno expresaba «francas dudas» de que el Ejército israelí estuviera actuando conforme al Derecho Internacional en Gaza.
Las relaciones entre España e Israel se encontraban ya maltrechas tras la visita de Sánchez al Estado hebreo, Palestina y Egipto una semana antes, el primer destino internacional que el presidente español eligió tras su investidura. Pero en aquella ocasión Tel Aviv no se conformó solo con convocar, de nuevo, a la embajadora española acreditada en su territorio, Ana Salomón, para trasladarle un mensaje de reprimenda, como había sucedido el 24 de noviembre. Optó en cambio por una represalia diplomática de mucha más contundencia y que suponía dejar vacante, por tiempo indefinido, su Embajada en España.
Aunque algunos medios israelíes ya especulaban a principios de diciembre que se trataba de «una decisión política» y que el regreso de Radian-Gordon se iba a producir en enero, «cuando la actividad política española se paralice por la Navidad», esta herramienta diplomática suele usarse para expresar un fuerte malestar y presionar al país anfitrión a que cambie algún aspecto de su política internacional. En el caso de España, en los últimos dos años Marruecos, primero, y Argelia, después, llamaron a consulta a sus embajadores en Madrid y dejaron vacante su representación diplomática durante 10 y 19 meses, respectivamente.
Pero en esta ocasión, la postura española sobre la respuesta militar israelí en Gaza a los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre no parece haber cambiado. De hecho, el miércoles, el Ministerio de Asuntos Exteriores emitió un duro comunicado en el que rechazaba «las recientes declaraciones de miembros del Gobierno de Israel evocando movimientos de población en Gaza que resultarían contrarios al Derecho Internacional». E insistía en los argumentos por los que Tel Aviv censuró a Sánchez; es decir, reiterar «la necesidad perentoria de respetar el Derecho Internacional, el Derecho Internacional Humanitario» y «garantizar la protección de la población civil».
El regreso de la diplomática a Madrid se produce, además, en un momento delicado para Israel, en el que tiene la necesidad de recabar apoyos para lograr la liberación de los rehenes aún en manos de Hamás en la Franja después de que Egipto haya congelado su mediación.
Además, el atentado en la ciudad iraní de Kermán que provocó más de 80 muertos durante un homenaje al general Qasem Soleimani y que ha sido reivindicado por el Estado Islámico, amenaza la estabilidad del ya de por sí débil equilibrio en Oriente Próximo. No en vano, España lidera la misión de la ONU en Líbano, territorio donde un ataque –del que Israel ni confirma ni niega su autoría– asesinó al número dos de Hamás, Saleh al Aruri, este 2 de enero, y por el que Hezbolá ya clama venganza.
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