![Editorial: Vuelve el 'Aquarius'](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201808/14/media/cortadas/aquarius-kgvG-U60627444949JF-624x385@El%20Norte.jpg)
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Por mucho que la UE se empeñe en mirar hacia otro lado como si el asunto no fuera con ella, el drama de la inmigración aporrea su conciencia y urge a la búsqueda de soluciones reales, más allá de las buenas intenciones y las palabras de compromiso. La demostrada incapacidad de la UE para articular una política migratoria digna de tal nombre, que incluya recursos económicos y obligaciones de solidaridad compartidas, amenaza con enquistar un problema de enorme complejidad en el que se entremezclan intereses políticos y penurias sociales.
La nueva llamada de socorro del 'Aquarius', dos meses después de haber sido acogido en Valencia con más de 620 personas a bordo, confirma que Europa nada aprendió de aquella lección que dejó al aire sus vergüenzas. El buque de salvamento marítimo busca ahora un puerto «seguro» en el que desembarcar a los 141 inmigrantes y refugiados –73 de ellos, menores– que rescató el pasado viernes frente a las costas de Libia cuando se jugaban la vida para huir en pateras de la miseria más atroz.
Malta e Italia, los dos países más próximos, se lavan las manos con una indignante indiferencia, en el primero de los casos, y el estomagante discurso xenófobo de Matteo Salvini por bandera en el segundo. Mientras, el resto de la UE actúa como si esta emergencia humanitaria les resultara indiferente. Como si su solución fuera responsabilidad de otros. Un bochorno no por previsible menos sonrojante. España dio un gratificante ejemplo de solidaridad internacional al acoger al 'Aquarius' a mediados de junio. Aquel gesto fue, aparte de una muestra de generosidad, una operación de márketing de un Gobierno que, falto de apoyos para aprobar proyectos de calado, quiso marcar perfil social en una materia muy sensible.
Los excesos en los que pudo incurrir Pedro Sánchez al explotar políticamente ese guiño se le vuelven en contra con su cambio de postura al resistirse a repetirlo ahora. Tiene razón el Gobierno cuando arguye que los puertos españoles no son «los más seguros» para el 'Aquarius', que cuenta con otros más cercanos. Y parece evidente y fácil de entender que España, por muy solidaria que sea, no pude asumir por sí sola toda la inmigración que llega a Europa a través del Mediterráneo.
Se trata de un problema de la UE que corresponde resolver a toda la UE. Es de esperar que la Unión esté a la altura de las circunstancias y que la política migratoria –en la que los vaivenes y contradicciones del Gobierno son evidentes en las últimas semanas– concite un consenso en Europa y en España que aleje el fantasma del populismo.
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