«Cambiar el nombre al pueblo no era un capricho»

Castrillo Matajudíos tiene los días contados. El pueblo burgalés ha decidido cambiar su apellido en un referéndum aunque "no se hará efectivo hasta finales de 2014 o principios de 2015", reconoce Lorenzo Rodríguez, el alcalde promotor del cambio de apellido de la localidad. "No es una cuestión de estar contento o no porque no ha sido un cambio porque no nos gustará el nombre sino porque no nos correspondía", explica el edil, del Partido Regionalista de Castilla y León, que ostenta el bastón de mando de un Consistorio con apenas 60 empadronados. "Estoy contento porque la votación se hizo con el 93 por ciento de los ciudadanos y ha sido una decisión democrática, que es lo que queríamos desde el Ayuntamiento", añade.

Quizá por eso Lorenzo no tenga la sensación de haberse quitado un peso de encima: "Tenemos la sensación de que nos han legitimado para seguir trabajando por el pueblo, porque ya avisamos que si no salía adelante el cambio presentaríamos la dimisión. Sí pensé que podría tocarme dimitir porque no sabía si iba a ganar el sí o el no", reconoce este alcalde que representa a su pueblo de manera altruista. "Le dedico mi tiempo, mis ganas y mi ilusión al pueblo con el objetivo de que cada vez vaya mejor. Si la mayoría hubiera decidido que no se tenía que cambiar no podíamos seguir al frente del Ayuntamiento".

Y es que el origen de todo se produjo en 2009 cuando la corporación municipal barajó cambiarlo. El nombre del pueblo data de 1623, cuando un escribano por error cambió el nombre original, Castrillo Motajudíos por Castrillo Matajudíos y desde entonces los vecinos de esta localidad han tenido que aguantar comentarios que les tildaban de antisemitas. "Nosotros estudiamos el origen de nuestro nombre y vimos que lo habían cambiado y no se ajustaba a nuestro origen. Que nadie piense que lo hemos cambiado porque no nos guste, sino porque no nos correspondía siendo heredero de una comunidad judía y que tiene la estrella de David en su escudo", aclara Rodríguez.

Horas después de la decisión de comenzar los trámites para el cambio de apellido, el referéndum es la comidilla de las calles de Castrillo de Matajudíos. "No hay ganadores ni perdedores", confiesa el alcalde, que aclara que "los que pensaban que no debía cambiarse el nombre siguen pensando lo mismo, pero respetan la opinión de la mayoría".

Los vecinos, si coste adicional

No tan contundente se muestra cuando se le pregunta por los costes a los que va a tener que hacer frente la localidad burgalesa por el cambio de apellido. "Los cambios de papeles oficiales, membretes, sellos y carteles se hará de una forma gradual", aunque se apresura a señalar que "a los vecinos no les va a suponer ningún coste, porque cuando cambien el DNI o cuando compren o vendan una vivienda aparecerá el nuevo nombre". Otra cosa será para las empresas y el Ayuntamiento. "Las empresas sí tendrían coste por el cambio en las facturas, en los sellos, pero como la única empresa que hay en el pueblo es la mía, asumo los costes sin problemas". Y de los gastos que le supondrán al consistorio, Lorenzo Rodríguez no quiere hablar de cifras y se enroca en que "el cambio de los papeles oficiales, los sellos, los carteles del pueblo se hará de forma gradual y no de golpe".

Lo que no sabe es cuándo podrá ser oficial el nuevo nombre del pueblo. "El 3 de junio en un pleno comenzará el proceso del cambio del nombre. La tramitación puede hacerse más larga o más corta dependiendo de los trámites, pero esperamos que para finales de 2014 o principios de 2015 sea oficial el cambio de nombre", confiesa. Eso sí, lo que Lorenzo Rodriguez no se atreve es a 'animar' a otras localidades con nombres peculiares a cambiar sus apellidos. "No soy quién para recomendarles que lo hagan. Sí les aconsejaría que estudien el origen del nombre y si no se ajusta a su origen que hagan lo posible por cambiarlo".