De la fiesta a la decepción

Tres años, once meses y dos días después de que el pie derecho salvador de Iker Casillas evitara que Holanda se adelantara en la final de Johannesburgo, el velocísimo atacante orange se tomó cumplida revancha en un dolorosísimo estreno para la selección española. Lo que empezó como una fiesta por las calles y los bares de Segovia, terminó como un funeral. Hacia el minuto ochenta nadie quería mirar ya al televisor, ni había ganas de consolarse pensando que los de Del Bosque tendrán la revancha ante Chile y Australia.

Qué imágenes tan diferentes dejó el partido ante Holanda entre los segovianos en comparación con lo vivido hace cuatro años. O hace seis con el gol de Fernando Torres que inició el ciclo triunfal que amenaza con truncarse ahora. O hace dos cuando la Roja cerró el círculo con una exhibición gloriosa en la final de su segunda Eurocopa seguida.

Ayer, la alegría por el gol de Xabi Alonso dio paso a una decepción inesperada tras el hundimiento sufrido en la segunda parte. Segovia se había vuelto a vestir de rojo para vivir el debut de España en el Mundial de Brasil. Sobre todo los más jóvenes paseaban por las calles del centro de la ciudad arropados con sus banderas de España, y enseguida los bares comenzaron a llenarse.

Algunas terrazas en la avenida Fernández Ladreda, como la del Ven Ven sacaron los televisores a la calle para que sus clientes pudiesen disfrutar al fresco (poco) del partido. Otros como La Tropical, en plena Calle Real, que esta temporada se han convertido en templo de reunión para varios grupos de amigos en torno a los choques importantes, optaron por el aire acondicionado de sus locales.

No había, eso sí, la expectación, ni mucho menos, de un partido de eliminatoria a cara o cruz. Prueba de ello es que al mismo tiempo que Xabi Alonso adelantaba a la selección de penalti, todavía muchas personas paseaban por los diferentes stands de la Feria Internacional de la Mujer Rural. Conforme avanzaron los minutos, como si no hubiera ganas de celebrar nada debido a la debacle, las calles del centro se vaciaron y apenas se dejaba escuchar algún grito aislado cuando Silva marcaba en la segunda parte, aunque su tanto enseguida fuera anulado.

Pero donde más se percibió el poso de decepción que dejó el desastroso inicio de campeonato de la Roja fue en el barrio de San Lorenzo. A allí, el Ayuntamiento había llevado la pantalla gigante que acostumbra a instalar cuando hay cita importante de la selección. Decenas de jóvenes acudieron a la plaza de este barrio para seguir el encuentro y comenzar la fiesta del viernes, pero Holanda se la chafó. Al menos un poco. Los cánticos del momento de los himnos o con el gol de Xabi Alonso fueron silenciados pasadas las diez de la noche, aunque todos se conjuraron (nos conjuramos) para volver a ponerse (a ponernos) delante de la tele el miércoles en el decisivo duelo ante Chile. El debut fue decepcionante, pero también lo fue en Sudáfrica.