Canal Motor
Domingo, 9 de junio 2024, 07:58
Durante el mes de mayo se han registrado en las carreteras 83 siniestros mortales en los que han fallecido 92 personas, 9 más que en el mismo mes de 2023, en un contexto en el que la movilidad ha aumentado un 6,3% respecto al ... mismo mes del año anterior, registrándose algo más de 39 millones de movimientos de largo recorrido.
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Según la DGT, se mantiene estable la distribución de fallecidos en función del tipo de vía, registrándose un 76% de los fallecidos en vías convencionales respecto al 24% en vías de alta capacidad.
Respecto al uso de los sistemas de seguridad, 8 de los fallecidos no hacían uso del correspondiente sistema de seguridad en el momento del siniestro, 7 de ellos viajaban en turismo y furgoneta y 1 usuario de motocicleta no hacía uso del casco. Por franja de edad, los que más aumentan su siniestralidad son los de 65 años y más.
Desde tráfico analizan estos datos con una conclusión importante: usamos más que nunca el cinturón de seguridad, pero aún hay víctimas en las carreteras que no lo llevaban abrochado en el momento del accidente.
No usar este dispositivo es una renuncia desconcertante. Ningún avance aplicado a la industria de la automoción ha demostrado tanta capacidad para salvar vidas. «El cinturón sigue siendo la base de la seguridad en el coche y lo que hace que el resto de sistemas funcionen. Tiene una doble función, retiene al ocupante en el asiento, pero también le da tiempo al airbag a desplegarse. Si no se lleva el cinturón abrochado o no se usa correctamente, cuando el vehículo impacta y frena en seco, el pasajero sigue un vuelo libre hacia el tablero, el volante, el asiento delantero o el parabrisas… y eso es una lotería», afirma Ignacio Lázaro, senior product manager del Departamento de Integración de Sistemas de Retención de la empresa Applus Idiada.
El incumplimiento en el empleo del cinturón de seguridad sigue siendo, hoy por hoy, la quinta infracción más frecuente. Sólo en 2022 se tramitaron 105.996 denuncias a este respecto según los datos que tienen disponibles el Observatorio Nacional de Seguridad Vial.
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Los datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial arrojan algo de luz sobre cuál es el perfil del «incumplidor» en nuestro país. Por ejemplo, sabemos que los usuarios de turismos que no llevaban puesto el cinturón presentan las cifras más altas de fallecidos y heridos hospitalizados, por encima de otros vehículos como camiones o furgonetas. También que el porcentaje de víctimas que no usan este dispositivo en el momento del siniestro aumenta conforme también lo hace la edad del vehículo en el que viajan. Y que los hombres tienen más probabilidades de no ponérselo que las mujeres. Además, y en consonancia con lo detectado por las investigaciones estadounidenses, en 2022 dos de cada tres conductores fallecidos en vías interurbanas que no llevaban el cinturón abrochado también presentaron, al menos, uno de estos factores de riesgo: velocidad, alcohol y drogas.
Por qué la gente se resiste a ponerse el cinturón es una de las cuestiones que intrigan a los investigadores desde su creación el siglo pasado. Para darle respuesta se han realizado todo tipo de análisis científicos, estadísticos y psicológicos. A este respecto, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) de Estados Unidos editó en 2019 un informe sobre los constructos psicológicos relacionados con el uso y rechazo del cinturón. En el volumen II de este documento se recogen los motivos por los que los «incumplidores» afirman no llevarlo puesto. Que el desplazamiento era a un lugar cercano o que se habían olvidado de abrocharlo eran las respuestas más repetidas.
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A la vista de estos resultados, la NHTSA solicitó en agosto del año pasado a los fabricantes de coches de EE.UU. que equipen a sus vehículos con sistemas de advertencia de uso del cinturón para todos los ocupantes, un aviso que es obligatorio en España desde 2014 para el asiento del conductor y 2022 para las plazas traseras. Los análisis de la NHTSA también advertían de otro tipo de excusas. Había quien alegaba que era incómodo, iba con prisa, temía quedar atrapado en caso de accidente y, el grupo más reacio de todos, aquellos que afirmaban que no les gustaba que nadie les dijera lo que tenían que hacer.
Este organismo advirtió en su análisis que las personas de este último grupo eran especialmente insensibles a las campañas para potenciar el uso de este dispositivo, sobre todo si el mensaje se centraba en el riesgo, el cumplimiento de la norma o la penalización por no seguirla. Además de negarse a usar el cinturón, estos usuarios eran más propensos a saltarse otras normas, como el límite de velocidad.
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«Existen factores personales que limitan la eficacia de las campañas de sensibilización en algunos conductores con un alto nivel de impulsividad, déficit de empatía, poca capacidad de respuesta ante eventos importantes, necesidad de autoafirmación mediante conductas de riesgo, sobrevaloración de la propia capacidad o falta de tolerancia a la frustración», confirma Patricia Pérez Fernández, psicóloga de la DGT.
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