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A. P.
Martes, 23 de enero 2024
Circulando en condiciones normales, el freno debe usarse en su justa medida, sin excesos, siempre con suavidad y aplicando la presión necesaria, según explican los especialistas en conducción segura de la DGT. Una conducción tranquila y equilibrada, sin grandes aceleraciones ni frenazos, evita la sobrecarga ... del sistema y hace la marcha más segura y cómoda para los ocupantes. Por contra, abusar del freno acelera el desgaste de pastillas y discos de freno, sostienen. Además, las frenadas bruscas provocan incomodidad y, por supuesto, aumentan el consumo, entre dos y cuatro litros más cada 100 kilómetros. Incluso a la larga, como ocurre con otros sistemas, nuestro estilo de conducción determinará el desgaste de nuestro vehículo.
En primer lugar, cuando nos acercamos a un semáforo en rojo, una señal de STOP, un paso de peatones o un atasco, es importante anticiparse y utilizar el freno de forma correcta. «Durante la aproximación, deberemos adaptar nuestra velocidad. Siempre que sea posible, dejaremos de acelerar y, en la marcha más larga que permita la velocidad de circulación, pisaremos el pedal de freno aumentando progresivamente la intensidad de la pisada. Tan solo cambiaremos de marcha para evitar que el motor dé tirones si llevamos una demasiado larga», explican desde la DGT.
«En el momento que el motor empieza a traquetear, la bomba inyectora va a meter más combustible para que no se cale. Procuraremos ir en el régimen más adecuado del cuentarrevoluciones», explica Juan Ignacio Serena, jefe de Sección del área de Formación de Conductores de la DGT. Además, de esta forma advertiremos con nuestras luces de frenado a los conductores que vienen detrás, para que también reduzcan su velocidad.
Y también consumiremos menos combustible y evitaremos un desgaste prematuro de las piezas del embrague.«Tendemos a frenar siempre al final y es un error. Estas detenciones son previsibles a mucha distancia. No tiene sentido mantener la velocidad y frenar a última hora dando un 'zapatazo' al freno. Es mejor aprovechar la distancia que tenemos delante, dosificar la frenada antes de detenernos, hacerlo con anticipación», apunta Serena.
En una curva «lo mejor que podemos hacer es no frenar y sí llegar a la velocidad adecuada. Porque si abordamos una curva con exceso de velocidad tendremos que frenar dentro y es muy probable que nos salgamos», subraya. Maniobra parecida se necesitará en una aproximación a un cruce o a una glorieta. «En puntos críticos como intersecciones y glorietas, observar con anticipación es la forma de obtener la información necesaria para tomar las decisiones adecuadas», añade Serena.
Y en las bajadas o pendientes, es clave saber cómo adaptar la velocidad de circulación. Las principales premisas al descender por pendientes prolongadas son velocidad adecuada y uso moderado del freno en todo momento. Por tanto, antes de llegar a una curva muy cerrada, deberemos tocar el freno -siempre suavemente-, según la DGT, y conseguir la velocidad adecuada. Al salir de la curva, cambiar a marchas más largas adecuadas al trazado.
«Frenar en exceso bajando un puerto de montaña puede sobrecargar el sistema de frenado y provocar la pérdida de eficacia por calentamiento, especialmente en el eje delantero debido al reparto de masas -soporta más peso- y hacernos salir de la curva. Y acelerar en exceso exige frenadas fuertes, desgasta los frenos y dispara el consumo», concluye el jefe de Sección del área de Formación de Conductores de la DGT.
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