Manuel Martínez y su mujer Julia Peñas, celebran el haber dado parte del 21816. GABRIEL VILLAMIL

Un pellizco de 75.000 euros por un décimo en Valladolid y al azar de una terminal

Los boletos de Primitiva y Euromillón comparten espacio con los libros y sacapuntas de la librería Julcar, en la calle Huelgas 1

Jorge Moreno

VALLADOLID

Lunes, 6 de enero 2020, 20:13

Julia Peñas y Manuel Martínez, el matrimonio vallisoletano que regenta la librería Julcar, en la calle de Huelgas 1, tenía abierto su establecimiento este lunes pese a ser día festivo.

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Y con la televisión puesta, escucharon cómo desde Madrid se cantaba el segundo premio, el ... 21816, al tiempo que se anunciaba que parte del mismo había caído en Valladolid.

«Es una alegría aunque no le toque a uno. Tuvimos un cuarto en el sorteo de Navidad y ahora el segundo en el del Niño. Por el momento, no sé cuantos décimos hemos vendido. Es la delegación provincial de Loterías la que nos lo confirmará», dice Manuel, que se ve obligado a salir del despacho separado por el cristal blindado para atender a la prensa.

La venta en este establecimiento se realiza mediante un terminal electrónico, en el que no se da al comprador en papel el décimo tradicional, sino un boleto. En este caso, el premiado o ganadores cobrarán 75.000 euros por cada uno.

Manuel no sabe el día en que vendió este número, ni quién lo adquirió. «Yo se lo ofrezco por la terminal a los clientes. Según sus gustos y por el tipo de número, les muestro varios y les digo si está disponible», relata, para describir este sistema que cada vez tiene más compradores asiduos. «Y corresponde a la diosa Fortuna luego acompañarles», ironiza su mujer.

Julia y Manuel se colocan las camisetas para mostrar el segundo premio del Niño. G. V.

Los apenas cien metros cuadrados de esta librería comparten las estanterías con libros, carpetas, estuches, sacapuntas y papel para forrar manuales de Primaria y ESO. En la otra punta del local de la calle Huelgas, 'reinan' los boletos de la Primitiva, Bonoloto y Euromillón y los bolígrafos del azar con los que marcar con cruces la papeleta ganadora.

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«El pasado 6 de noviembre hemos cumplido 40 años. Los orígenes los teníamos en el quiosco de la plaza de San Juan, con un puesto para quinielas y nos hemos tenido que adaptar con la crisis del juego tradicional. De allí pasamos a vender la Primitiva, y desde hace una década vendemos la lotería por terminal», recuerda esta hija de loteros vallisoletanos.

Después de atender las numerosas llamadas y recibir felicitaciones en el día de Reyes, el matrimonio se quedó por la tarde en casa para coger fuerzas.

«Es cierto que si das premios, las ventas aumentan un poco más en los días posteriores, ya que es un reclamo publicitario. Si suena el local, la gente compra más», dice Julia.

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Y nunca será tarde, si la dicha es buena...

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