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De sobra conocido es el carácter de Montserrat González, culpable -junto a su hija Triana- del asesinato de Isabel Carrasco en mayo de 2014. Su forma de ser no está pasando desapercibida en los centros penitenciarios en los que está cumpliendo condena y, según publica el periódico 'ABC', madre e hija acumulan ya 36 sanciones motivadas por su comportamiento.
Las dos mujeres llevan casi siete años en prisión por sacar un revólver y disparar por la espalda a la entonces presidenta del PP y de la Diputación de León Isabel Carrasco. Fueron condenadas a 42 años de cárcel. Han pasado ya por tres centros penitenciarios y en todos ellos han dejado su estela de díscolas, camorristas y soberbias.
«Se han enfrentado con funcionarios y los han insultado, han tenido peleas con otras internas, han roto mobiliario, han acaparado material prohibido...», relatan las fuentes penitenciarias consultadas por 'ABC. Sus expedientes al detalle dan cuenta de 13 sanciones la madre, la mayoría en la cárcel de León, en la que pasó dos años, y 23 Triana. Un currículum 'taleguero' a la altura de un 'killer' de medio pelo más que de la esposa de un inspector jefe de la Policía Nacional y una empleada de la Diputación de León que empezaba a atesorar una carrera fulgurante hasta que todo se torció.
La última sanción grave que les consta es del año pasado cuando les encontraron un teléfono móvil escondido en su celda, en la cárcel de Villabona (Asturias), a la que fueron trasladadas en octubre de 2018. Poco antes las sorprendieron con una plancha para rizar el pelo, un objeto prohibido. El teléfono las hizo retroceder en los peldaños que poco a poco habían logrado alcanzar en su proceso de adaptación.
Montserrat y Triana ingresaron en la prisión leonesa de Mansilla de las Mulas dos días después de ser detenidas el 12 de mayo de 2014 como autoras del asesinato de Isabel Carrasco. Aquel día, Montserrat disparó la pistola que había comprado a través de Internet mientras la presidenta cruzaba el puente del Bernesga para reunirse con sus compañeros de partido con la intención de dirigirse al mítin que Mariano Rajoy protagonizaba ese día en Valladolid.
La relación entre Carrasco y Triana empezó siendo buena, pero se truncó y esto provocó la ira de la madre, Montserrat, que no se lo pensó y decidió hacer lo que fuera necesario para que su hija dejara de sufrir. El informe psiquiátrico expuesto durante el juicio fue implacable. La describía como una mujer «dominante, dogmática, con tendencia a la manipulación y escasa capacidad para empatizar fuera de su círculo familiar más íntimo».
Montserrat estaba casada con Pedro Martínez, inspector jefe al frente de la comisaría de Policía Nacional de Astorga. Este último visitaba todas las semanas a sus dos familiares en la cárcel hasta que hace solo unas semanas falleciera como consecuencia de la covid en el hospital de León. No pudieron verlo. La persona autorizada era el hermano del enfermo. Al día siguiente, el padre murió. La familia paterna remoloneó a la hora de informar del lugar y hora del entierro. No tuvieron tiempo de llegar. Montserrat y Triana no perdonan la afrenta.
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