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Uno de los casos más misteriosos de la historia negra de Santander -protagonizada por una mujer cuya denuncia de desaparición fue presentada en León en 1997- ha vuelto a la luz tras una pista llegada por sorpresa desde Asturias, con la llamada de un hombre ... que cree que la 'Dama del Camello' es la hermana que su familia lleva 25 años esperando que vuelva a casa.
En junio hará 19 años que en la Playa del Camello apareció un cadáver de mujer, cuya identidad nunca se supo a pesar del ingente trabajo de investigación de la brigada de Policía Científica. Hace dos días, alguien leyó por casualidad algunas de las noticias publicadas años atrás, ilustradas con el retrato robot de la bautizada como 'Dama del Camello'. «Creo que es mi hermana, Blanca Mabel Otero Álvarez. De hecho, estoy convencido», dice René, un vecino de Gijón que ya ha contado su historia al Cuerpo Nacional de Policía en Santander y ha facilitado los documentos que le han requerido, a la espera de que le confirmen el resultado del cotejo de las huellas dactilares cuando se localice el DNI de su hermana en las bases policiales. De no funcionar esta vía, se seguirían otras, como el análisis de ADN.
Él se aferra al asombroso parecido de la última foto que tiene de ella con el retrato robot del cadáver realizado por la experta Marga Sanin en 2013. Y a las semejanzas de otros datos, como la edad (ella tendría 49 años, a la 'Dama del Camello' se le calcularon entre 40 y 45), la estatura -1,66 metros ambas-, la complexión -delgadas- y un característico lunar en la frente. Las fechas y las extrañas circunstancias de la desaparición de su hermana también parecen conducir a un enigmático final como el de la mujer de la playa...
Dos casos
Coincidencias
Investigación
De momento, es una hipótesis. Una más de las que han ido llegando a manos de la brigada de la Científica en todos estos años. «Se está investigando», confirman fuentes policiales, sin darle más importancia que a otros cabos de los que también han tirado sin llegar a ningún puerto.
La historia de Blanca Mabel arranca en Argentina, donde nació en 1952 en la ciudad de Quitilipi (provincia del Chaco), a donde habían emigrado sus padres, originarios de Sahelices de Sabero (León). Allí cursó la carrera de Magisterio y empezó a ejercer como maestra, pero era muy joven cuando en 1973 regresó a España con su familia. «Era muy buena con mis padres, cariñosa, muy niñera y familiar», la describe su hermano, que desea con todas sus fuerzas saber la verdad, encontrarla y poder contárselo a su madre, que ahora vive en una residencia en Asturias y no hay día en el que no hable de ella, de 'Blanqui', «dónde estará Blanqui».
Blanca Mabel trabajaba en las oficinas de Renfe en León. Vivía en esa ciudad en un piso compartido con otra joven, pero todos los fines de semana se desplazaba hasta Sahelices de Sabero (a 45 kilómetros) para estar con su familia. Un día no lo hizo. «Desapareció el 30 de noviembre de 1995», tiene anotado su hermano, que fue a buscarla a León y se enteró de que «había pedido la cuenta» en el trabajo y abandonado el piso. Trataron de localizarla, sin éxito. Hasta se puso en contacto con Paco Lobatón, «pero mi padre se negó a que vinieran los de 'Quién sabe dónde' a grabar al pueblo (...)» y el tiempo fue pasando hasta que, al fin, la madre interpuso una denuncia por desaparición en 1997 en León.
En cuanto a las razones de su marcha, el hermano cree que pudo estar detrás una adicción al juego, que la llevó a enredarse en préstamos rápidos y a acumular deudas. También pensó en otras situaciones, «que se hubiera metido en una secta... Le he dado mil vueltas...».
Al poco de denunciar la desaparición, un policía les llamó desde Asturias para informarles de que habían localizado a Blanca Mabel, que estaba viviendo en Gijón. La familia se desplazó hasta esta ciudad, «pero creo que ella se enteró, porque antes de que llegáramos se había marchado otra vez», prosigue René. La última pista, en mayo del año 2000: fecha de un análisis de sangre que ella se realizó en un hospital de Avilés.
Al poco tiempo, ella les envió una carta y una foto. «Nos pedía que no la buscáramos más, que la dejáramos tranquila, que nos iba a escribir a menudo y ya volvería...». No cumplió sus promesas. Esa es la última foto que tienen de ella.
Nunca más supieron nada. Ella no renovó su DNI, ni su carné de conducir, no le consta ninguna alta más en la Seguridad Social ni ningún movimiento registrado en parte alguna. Blanca Mabel Otero Álvarez se evaporó.
Otra cuestión extraña de esta historia es que su familia ni siquiera tuvo conocimiento de que justo un año después una mujer con una descripción casi idéntica aparecía muerta en Santander. Jamás esta noticia llegó a sus oídos, ni se le comunicó nada por parte del cuerpo policial en el que habían interpuesto la denuncia por desaparición sólo cuatro años antes.
En el año 2006, el padre, al que ella siempre había estado muy unida, murió de cáncer. Cuando enfermó, su familia albergó la esperanza de que regresara. «Pensábamos que quizá volvería para despedirse, pero no lo hizo. Ahora pienso que quizá es porque estaba muerta». Porque considera que son demasiadas las casualidades y los parecidos, entre la desaparición fulminante de su hermana y el hallazgo del cuerpo en la Playa del Camello aquella madrugada del 29 de junio de 2001...
Unos testigos encontraron ahogada en la orilla a una mujer de cuarenta y tantos años, delgada, morena y completamente vestida. Llevaba un pantalón beige, una camisa de flores, un reloj y una chaqueta marrón con una etiqueta de tintorería. A sus pies, un bolso de mujer con 1.200 pesetas y sin documentos, y una bolsa de El Corte Inglés con un frasco de colonia Nenuco, dos trapos de cocina y el tique de compra de esa misma tarde. No presentaba signos de violencia. Se cree que ella misma se adentró en el mar con la intención de suicidarse. Todos estos vestigios se han analizado hasta la extenuación y la investigación sigue abierta.
El cuerpo de la 'Dama del Camello' reposa en una sepultura sin nombre en el Cementerio de Ciriego. Por ley, a los 20 años, si nadie la identifica, sus restos se echarán al osario. Solo queda un año. René, atrapado por las restricciones del estado de alarma, espera noticias en Asturias y, si le dicen que es ella, planea llevársela al panteón familiar de su pueblo leonés para enterrarla junto a su padre.
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