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Consternación e incredulidad entre los vecinos del municipio leonés de Santa Marina del Rey. La trágica muerte de José Antonio Justel ha llenado de recuerdos a los más veteranos de esta municipio.
El hombre de 44 años, que fallecía este domingo en Asturias derivado ... de los daños sufridos en la brutal paliza que recibía a la salida de un local de ocio nocturno de Gijón, era natural de Santa Marina, según confirma Leonoticias.
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«Se le recuerda de niño o cuando era un chavalote. Venía todos los fines de semana y en verano», manifiesta el alcalde Francisco Javier Álvarez. Últimamente, y tras la pérdida de varios familiares, las visitas eran más separadas. «Era una familia muy querida y él un chico muy jovial. El pueblo está consternado».
Las primeras noticias de su muerte fueron por un ataque al corazón, algo que de por sí ya «sorprendía» en un chico de 44 años. Pero la confirmación de la causa de la muerte por la agresión de dos individuos ha dejado «consternada» a la localidad. «No se entiende cómo pueden pasar estas cosas y haber tanta violencia».
El alcalde lo recuerda como un chaval «pacífico, normal, como la mayor parte de la juventud». Se trata de un segundo golpe para la familia que ya sufrió la pérdida de la hermana mayor de José Antonio en 2016.
El funeral se celebrará este lunes en Santa Marina del Rey. Su familia ha optado por donar los órganos a la Unidad de Trasplantes del Servicio de Salud del Principado de Asturias.
Tal y como recoge El Comercio, José Antonio tenía como profesión la de cartero de Correos, profesión a la que había llegado en 2021 tras superar una oposición -era la tercera vez que se presentaba- y cumplir el ciclo de cinco años de interino en la empresa pública.
Tras de sí deja a un hijo menor de cinco años. Todo ello tras una brutal paliza que sufrió en la zona de fiesta gijonesa conocida como Fomento. Allí fue atacado por la espalda y sin posibilidad de defenderse, a la salida de un local del que sus agresores habían sido expulsados previamente. Le esperaron para matarle.
La policía busca ahora a los agresores, de los que tienen pruebas suficientes para encausarles gracias a un documento videográfico en el que se puede apreciar sus rostros. De hecho, uno de ellos queda nítidamente identificado. El principal agresor puede estar oculto en su amplio entorno familiar.
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