Accidente provocado por un kamikaze
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Accidente provocado por un kamikaze
Dolor y rabia en Villaverde: «No hay derecho, tenía que pasarse la vida en la cárcel»Luce el sol en Villaverde de la Abadía pero el corazón de sus vecinos está teñido de negro. El dolor y la rabia se reparten a partes iguales en la localidad berciana de apenas 600 habitantes, perteneciente al municipio de Carracedelo, por la pérdida de una de sus vecinas, la mujer de 35 años, embarazada de ocho meses, que murió en el accidente provocado por un kamikaze bebido y drogado en la AP-68 en Logroño, informa Elbierzonoticias.
«Estamos todos dolidos, no tengo palabras, no hay derecho, tenía que pasarse la vida en la cárcel», señala compungida Tonina, una vecina de Dehesas, pueblo situado al lado de la localidad natal de la joven fallecida. Tonina se afana en recoger las verduras que este miércoles 23 de octubre venderá en su puesto del mercado semanal de Ponferrada pero no consigue sacarse de la cabeza la terrible desgracia que ha azotado a la localidad.
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«Me lo dijeron en un entierro y, claro, así vi yo a la Policía a las siete menos diez de la mañana pasar muy pronto por la carretera y resulta que luego me enteré lo que había pasado», relata. «Es que esta cosas no tienen explicación, estamos conmovidos», remarca, mientras pide que caiga sobre el conductor kamikaze que provocó el siniestro mortal «todo el peso de la ley, que se pase la vida en la cárcel», subraya.
El consultorio médico era este martes 23 de octubre, tan solo un día después de conocer la triste noticia, el punto de encuentro de algunos vecinos y vecinas. «Una muchacha de 35 años, que perdiese la vida de esta manera, no es justo», señala Emilia Fernández, natural de Villaverde de la Abadía, sentada a la entrada del centro. Asegura que a la joven fallecida y a su familia las conocía solo de vista pero, en cualquier caso, reconoce que «es trágico que pase una cosa así, sabiendo el otro conductor cómo iba, porque si me dices que es un accidente por cualquier otra cosa, pero viendo como ocurrió, es una desgracia».
Ella no recuerda un suceso similar y una situación tan desgraciada para el pueblo. «Creo que es la primera vez que pasa algo tan dramático», señala, aunque sí que cree que «quizás ha habido algún jóven que ha fallecido en accidente de coche pero no de esta manera».
José Antonio Santín es uno de los enterradores de Villaverde de la Abadía. Mientras se afana en realizar trabajos en el cementerio local situado junto a la iglesia de San Pedro lamenta profundamenta lo ocurrido sin encontrarle explicación alguna.
«Me parace fatal, fatal, porque si fuera un accidente normal pues oye eso lo tenemos todos los días cualquiera, pero un accidente así, no lo veo bien». Por ello es tajante a la hora de reclamar justicia: «Cárcel definitiva, porque ella del cementerio no va a salir pero el otro de la cárcel sí». «No es excusa ninguna que vaya drogado y si va que no conduzca», asevera el compañero que trabaja codo a codo con José Antonio en el camposanto del pueblo.
A las puertas del bar La Curva dos jóvenes conversan. Son amigos del hermano de la joven fallecida pero prefieren no hablar. Dentro dos mujeres comparten charla en una mesa mientras ven en televisión, todavía conmovidas por la terrible noticia, la imagen del coche siniestrado en el que su vecina perdió la vida. Todo es silencio, un silencio atronador que solo rompen las lágrimas porque no tienen palabras para describir tanto dolor.
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