a. cubillas
Jueves, 30 de marzo 2017, 17:11
Se negó a declarar. Pero la confesión del crimen de Denise Pikka se ha revivido este jueves en la Audiencia Provincial de León donde se ha visionado la reconstrucción del crimen relatado en primera persona por Miguel Ángel Muñoz, su asesino confeso.
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Parte de ella ya se había hecho pública pero hoy se ha podido ver íntegramente, más de 20 minutos donde detalla cómo, cuándo, dónde y por qué mató a la peregrina estadounidense y posteriormente ocultó su cuerpo.
Primero relató cómo fue su encuentro con ella. Según Muñoz, Denise se había desorientado y le pidió que la acompañara al trayecto del Camino de Santiago. Me preguntó a voces y yo salí de casa. Hablaba muy poquito español pero me pidió que la acompañará hasta arriba.
Sin embargo, la actitud de Denise cambió. No lo entendía cuando me había pedido que la acompañase y no le había dado motivos para ello. No lo vi lógico, continuó el acusado, que recordó cómo en ese momento le cambió el chip. Tenía un mal día y medio una locura. Cogí un palo y la golpeó en la cabeza. Es el único momento en el que Miguel Ángel parece derrumbarse.
«Era importantísimo no ser visto»
En ese momento, Denise se golpeó la cabeza con unas piedras. Me quedé paralizado. Me sentía fatal. Esperé cinco minutos para ver si reaccionaba. Pero empezó a dar convulsiones. Sentí que sufría y le hice un corte en el cuello, relató Miguel Ángel. Lo hizo con una navaja de la que se deshizo. ¿Qué lo tengo que contar todo?, respondía a los investigadores ante la pregunta sobre el paradero del arma.
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En ese momento se quedó reflexionado, paralizado. Fueron unos minutos. Posteriormente, se acercó hasta el cuerpo sin vida de Denise, le quitó la mochila, el palo, el sombrero y las gafas de sol y la cogió en brazos para llevársela a cuestas. A ratos también a rastras para evitar ser visto. Era importantísimo que no me vieran porque a esa hora pasaba gente, señaló el acusado, que recordó que tardó dos horas en trasladar el cuerpo.
Un peso muerto pesa dos o tres veces más. Además, tenía mucha tensión, estrés y arrepentimiento. En el trayecto hice varios descansos en los que la miraba para ver si reaccionaba, apunto Miguel Ángel, que recordó que Denise sangraba por la cabeza, la nariz y el cuello aunque negó haberse manchado con su sangre.
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«Vamos al lugar que no habéis encontrado»
Posteriormente, llevó a los investigadores hasta el lugar dónde la enterró. Vamos al sitio que no habéis encontrado, espetó Miguel Ángel, que recordó como hasta en varias ocasiones varios perros estuvieron merodeando la zona sin ningún éxito. Yo veía a los policías desde casa y sabía dónde estaban.
En ese momento, Miguel Ángel, que muestra un control durante toda la reconstrucción, solicita alejarse para buscar su casa, su punto de referencia. No voy a salir corriendo, señaló el acusado que, minutos después, trasladó a los investigadores al primer enterramiento. El único que sabe dónde está el sitio soy yo.
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Una vez en el lugar, Miguel le quitó la ropa porque se descompone más rápido un cuerpo, lo sabemos todos, no hace falta estudiar y además decidió cortarle las manos porque al agarrarme pensaba que entre las uñas podría dejar huellas. Lo hizo con un hacha pequeñita de cocina que tiró en un cubo de basura lejos. No vas a encontrar nada, asestó a uno de los investigadores.
«Sabía lo que estaba pasando. Yo no era tonto»
Tras ello, tapó el cuerpo con tierra y puso unos puntos de referencia. En ese momento que señala una piedra y asegura que cuando abráis el agujero vais a encontrar los restos de ella. Le puse piedras, le camuflé muy bien porque estaba pendiente de que vinieseis. Un lugar al que, según relató, no regresó. Me resultaba imposible volver aquí. No quería ni pensar en ello, remarcó el acusado, que además advirtió de que sabía lo que estaba pasando. Yo no era tonto.
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Sin embargo, Miguel Ángel volvió porque no me sentía a gusto conmigo mismo. Lo hizo tras varios meses después, incluso entre medias viajó a Madrid a visitar a su hija, con el único objetivo de sacarla para que la encontrarais. Pasaban los meses y no entendía por qué no la encontraron. No es sentirte orgulloso pero eso me daba ventaja.
Vestido completamente de negro, con unos guantes y un pasamontañas, Miguel Ángel decidió desenterrar a Denise. El mismo día que unos policías habían estado en su casa. Lo hizo a las dos de la madrugada, en una noche sin luna y a oscuras. No quería ninguna luz para no ser visto y ver lo menos posible del cuerpo. Me conozco el monte bien y no tuve problemas.
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«Os asegura que no la hubierais encontrado»
Recuerda que empezó a excavar y en ese momento sitió un olor que jamás recomendaré a nadie oler. Ya sabía que con este olor la iban a encontrar. Posteriormente, metió el cuerpo en una saca y la llevó a cuestas durante casi dos kilómetros. Lejos de su casa aunque con la intención de que fuera localizado su cuerpo.
Quería que la encontrarais sino hubiera querido no la hubierais encontrado. Os lo aseguro, señaló Miguel Ángel, que recordó que podría haber cavado un socavón, como en su día hizo con la fosa séptica de su casa para evitar el hallazgo. Era una locura todo y quería que la encontrarais.
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Posteriormente, Miguel Ángel se trasladó junto a los investigadores a las inmediaciones de su vivienda. Allí apuntó el lugar donde supuestamente había enterrado las manos. A pesar de la insistencia por acotar el terreno, marcó un espacio de diez metros. Prefiero decir más que menos para que las encontréis. Sin embargo, año y medio después, el paradero de estas extremidades aún es un misterio.
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