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a. cubillas
Jueves, 23 de marzo 2017, 13:00
En la detención y posterior puesta a disposición judicial de Miguel Ángel Muñoz Blas, el asesino confeso de la peregrina Denise Pikka, no se vulneró ningún derecho. Es más, se respetaron todas las garantías procesales y se hizo escrupulosamente.
Así lo ha remarcado en reiteradas ocasiones este jueves Rosario Martínez, la letrada de oficio que en primer lugar asistió al hoy acusado, que incidió en que no apreció ninguna irregularidad y tampoco así se lo trasladó por aquel entonces su cliente. De haber sido así, remarcó, hubiera tomado las medidas oportunas.
En ningún momento me manifestó un trato incorrecto por parte de la policía, señaló la letrada, remarcó que se fue especialmente escrupuloso en la lectura de todos los derechos por el asunto concreto.
En este punto, la testigo señaló que fue en el transcurso de una exploración forense cuando Miguel Ángel voluntaria y libremente solicitó prestar una segunda declaración que la letrada de oficio intentó posponer a la espera de la incorporación al día siguiente de un nuevo letrado de la defensa. Sin embargo, la juez desestimó la petición ante la insistencia de Miguel Ángel a prestar declaración.
Fue en ese momento cuando el acusado, que previamente pudo comunicarse con el letrado que hoy le asiste, confesó haber acabado con la vida de Denise Pikka. Y lo hizo, a juicio de la letrada, de forma coherente. Estaba cansado como todos pero en ningún aprecié alguna incoherencia, concluyó la abogada.
Las fechas «aparecían y desaparecían»
Ha sido uno de los principales testimonios en el marco de la séptima jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial en el que además una vecina de Castrillo de los Polvazares ha señalado cómo hasta en dos ocasiones vio como aparecían y desaparecían señales con falsas flechas del Camino de Santiago que redirigían a los peregrinos hasta las inmediaciones de la vivienda del acusado.
Ala testigo además aseguró que también en dos ocasiones vio puestos de vigilancia en el entorno, concretamente cubiertos por ramajes de encina, uno en el Camino Francés y otro en ese camino dirección a la casa de Miguel Ángel. Nunca los había visto antes y desde su detención no se han vuelto a ver, apuntó la vecina, que además recordó que en una ocasión el acusado se quedó mirándola fijamente prolongadamente, generado una situación muy incómoda.
Por último, testificó la propietaria del albergue de Grandas de Salime donde se hospedó Miguel Ángel que, según remarcó, como un peregrinó más hizo se identificó con el DNI para completar la ficha correspondiente. Datos que, siguiendo el procedimiento habitual, posteriormente se dan trasladado a la Guardia Civil.
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