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a.cubillas/leonoticias.com
Jueves, 17 de septiembre 2015, 10:35
En Castrillo de los Polvazares y Santa Catalina de Somoza reina el silencio. Un silencio suscitado por el temor a posibles represalias. Porque, según aseguran, ese hombre, Miguel Ángel Múñoz podría salir en dos días y ¿luego qué?
Por ello, prefieren no atender a los periodistas, algunos incluso llegan a increparlos, y guardarse su opinión, sus vivencias sobre el brutal crimen de Denise Pikka Thiem que durante estos días ha atraído a numerosos policías y medios de comunicación que han roto la tranquila rutina de estos plácidos rincones.
Un silencio generalizado pero no compartido por todos. Serafín es un vecino de Castrillo que conocía bien a Miguel Ángel, un hombre poco hablador, según confiesa, aunque con el que mantuvo varias conversaciones durante los encuentros en una finca de Serafín próxima a la vivienda de Miguel Ángel.
Es más, según recuerda Serafín, le contó que era de Valdemanzanas, que había vivido en Madrid y en Pamplona y que tenía una mujer y una hija «a las que quería traerse para acá». Sin embargo, ya desde un primer momento notó algo raro en este joven «que no parece muy de fiar».
Y la intuición de Serafín en este caso no falló. A los pocos días de que Miguel Ángel accediera a su finca, este vecino de Castrillo empezó a notar que le faltaban tomates. Pronto averiguó que el joven los estaba vendiendo a un conocido restaurante de la zona. Robos que, según asegura, no deben ser los únicos de esa zona.
Sin embargo, Serafín jamás llegó a pensar que Miguel Ángel estaría detrás de la desaparición y posterior muerte de la peregrina estadounidense. «Nunca creí que era un criminal, le veía un joven normal algo peculiar pero no tanto como para matar a una persona».
Máximo también conocía a Miguel Ángel. Coincidía con él hasta en varias veces al día en el tramo del Camino de Santiago que une Castrillo con Santa Catalina, hasta donde este vecino acudía a diaria o visitar su finca.
Sin embargo, jamás pudo intercambiar una sola palabra con el asesino de Denise. «Me lo cruzaba todos los días una o dos veces y me sorprendía porque habitualmente saludo a todo con el que me encuentro en el camino y él nunca me saludó, nunca me dijo nada a pesar de que yo seguía saludándole». Es más, Máximo recuerda que era habitual ver a Miguel Ángel próximo al Camino, «ahora quizá ya conozcamos sus intenciones pero nunca me imaginé algo así».
Un crimen que, sin embargo, no ha alterado la tranquilidad de estos pueblos. «Creo que ni este incidente ha conseguido cambiar esta paz y tranquilidad que se respira en esta zona. Pero cada uno lo siente de diferente manera», señala Máximo, que aseguró que siempre creyó que a Denise no le había ocurrido nada malo. «Tristemente se ha confirmado que esa sensación inicial estaba equivocada».
Tranquilidad, normalidad que también perciben los propios peregrinos. Este hecho parece haber pasado de largo por el Camino. Al menos, entre los peregrinos que este miércoles atravesaban alguna de estas localidades que califican de muy positivo este camino. Como Lola, que junto a una amiga, disfruta de esta experiencia desde Roncesvalles «y no hemos tenido nunca un problema. Depende de la experiencia de cada uno».
Una experiencia terrible la de Denise que no pudo alcanzar la localidad de Santa Catalina tras ser sorprendida a escasos metros por posiblemente un amable joven que acabó convirtiéndose en su asesino.
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