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Miércoles, 16 de septiembre 2015, 18:16
La vivienda de Miguel Ángel Muñoz, el asesino confeso de Denise Pikka Thiem, tenía goteras y humedades. Pese a las incomodidades propias de una vivienda prefabricada, deformada por el paso del tiempo y tiznada en pocos lugares por remiendos para corregir algunos de sus problemas de estructura era el refugio perfecto de una mente perversa.
El hombre al que los vecinos conocían por sus pequeños hurtos, que se movía en una bici de montaña con un cajón en la parte trasera, había convertido su finca familiar en la base de operaciones de una persona obsesionada con perseguir a quien cruzaba el próximo Camino de Santiago.
La vivienda, de apenas 60 metros cuadrados cuenta con media docena de estancias y en su tejado se deja ver una única chimenea, de la que salía el humo de su estufa de leña. Muy poco espacio para los planes de Miguel Ángel, que había habilitado una caseta prefabricada próxima para guardar las herramientas y que tenía otros dos 'casetucos' en las inmediaciones.
Fue en esa caseta donde la Policía localizó los restos de ADN en una sierra y en ese mismo punto podría haber sido el lugar al que trasladó en primer lugar el cuerpo de la peregrina norteamericana.
En la finca aún quedan las 'huellas' del paso de la Policía. Con ayuda de la Unidad Militar de Emergencias la vivienda fue levantada y se localizaron más de 37.000 euros. También se vació una fosa séptica próxima porque, inicialmente, se llegó a pensar que el cuerpo pudiera estar en ese lugar.
Este miércoles sólo las cintas policiales dejaban ver que esta vivienda, difícil de reconocer como residencia habitual, fue el escenario de un perverso crimen que ahora parece definitivamente resuelto.
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