La pobreza energética frena la caída del butano en León, que sube por primera vez en 15 años

Como si de un viaje al pasado se tratase, la popular bombona naranja de butano vuelve a reinar en los hogares leoneses. El frío aprieta en un invierno duro en el que la difícil coyuntura económica se impone y obliga a prescindir del gas natural.

La conocida como pobreza energética ha puesto freno al descenso continuado del 6% que desde hace 15 años sufría la venta de gas butano en León. Un sector de capa caída que pasó de vender un millón de botellas al año a las actuales 600.000.

Sin embargo, los aprietos económicos y la búsqueda del ahorro en calefacción para poder afrontar otros gastos han provocado un cambio en la tendencia de consumo energético, provocando que en los dos últimos años la venta de bombonas de butano se incremente anualmente el 2%.

Una tendencia que corrobora José Ignacio Vázquez, encargado de la principal distribuidora de butano de la provincia, que asegura que ha sido palpable el incremento de altas que se han registrado a lo largo de este invierno. «La gente iba abandonando el butano por una cuestión de seguridad. Ahora se vuelve a él por necesidad».

Vuelve el butanero

Como un goteo incesante son cada vez más los leoneses los que vuelven a hacer uso de la figura del butanero, una profesión que muchos pensaron que se extinguiría, pero que ahora vuelve a hacerse un asiduo en muchos hogares.

Sin embargo, lejos quedan los 80 butaneros que había repartido por la provincia de León hace dos décadas. Ahora el servicio se lo distribuyen 26 trabajadores que cada semana cargan algunas de las bombonas que con origen en Gijón llegan diariamente a los almacenes de gas butano para poner rumbo a los hogares de los 1.633 pueblos de la provincia.

Una vuelta a la década de los 60 a la que se han visto abocados muchos leoneses únicamente por necesidad.