La olla ferroviaria caldea el Húmedo
El 'invento' de los ferroviarios leoneses, que permitía cocinar y mantener caliente los platos de cuchara en el tren de vía estrecha, conquista el Barrio Húmedo
j. c. - leonoticias.com
Domingo, 22 de febrero 2015, 17:38
"En su momento estas ollas fueron todo un invento, no había nada igual. Eran únicas". Lo advierte Manuel Suárez, de Cistierna, ferroviario hoy jubilado y apasionado de este 'artilugio' nacido en los años 30 para dar alimento a el personal del tren de vía estrecha.
Una decena de estas ollas han caldeado este domingo el Barrio Húmedo de la capital en una iniciativa por incentivar el consumo de los platos de cuchara y en un intento por recuperar la memoria del tren.
"En la olla, legumbre rica y puchero del bueno", mantiene Manuel Suárez. Fueron los ferroviarios quienes, con no poco ingenio, decidieron unir en un mismo 'elemento' el fuego y el alimento. El artilugio resultante permitía mantener vivo el calor en la parte inferior y cocinar en la superior.
Mataporquera
"Los de un tren y los de otro quedaban en Mataporquera, donde se había el cambio de personal, y allí comían caliente todos gracias a las ollas ferroviarias", recuerdan ahora quienes no quieren que la tradición caiga en el olvido.
Para hacer un buen puchero en estas ollas "se necesitan tres horas y media al fuego", pero en el tren lo que sobraba entonces era tiempo porque "había quien se pasaba doce y catorce horas trabajando", recuerda Manuel.
Fue en el tren de La Robla (Ferrocarril Bilbao-La Robla) donde se guisó la primera olla ferroviaria por parte de los sufridos maquinistas, fogoneros y guardafrenos de la época, que no encontraban otro modo de alimentarse.
León-Bilbao
En un trayecto tan largo como el Bilbao-León, el mayor de Europa de vía estrecha, con locomotoras de vapor, recorriendo una zona de España muy áspera la olla era "la salvación". "Yo recuerdo que además esta olla era un punto de encuentro, de unión. A su alrededor se han creado muy buenas amistades y se han salvado muchos problemas".
"La comida era alubia o garbanzo, siempre con su chorizo, morcilla y tocino. La cena casi siempre era patatas con carne. Y como la olla te permitía mantener caliente la comida no había problemas", remarca Manuel Ángel Lombó, otro de los apasionados de este elemento.
Hoy la olla ferroviaria es un 'producto' casi decorativo, pero en León se quiere mantener viva su historia y su buen guiso. Un guiso del que este domingo han podido disfrutar un buen número de leoneses porque cada una de las ollas puede alimentar "de seis a ocho personas".
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