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Domingo, 25 de enero 2015, 13:56
Sheila no se ha perdido en el olvido. Nunca lo hará, en realidad. De ello se ocupa su familia que, sumida en el dolor y en el pesar, recuerda cada día a su ser más querido.
El crimen de Sheila sigue once años después sin ser resuelto. Nadie ha sido capaz de deshacer el nudo que permita dar con el culpable de aquella brutal muerte.
Ocurrió tal día como hoy, el 25 de enero de 2004, cuando la vida de Sheila Barrero terminó a manos de un criminal que decidió descerrajarle un tiro en la cabeza. Ahí se puso fin a una joven alegre, divertida, que cumplía con su trabajo en un pub de la localidad de Villablino en el que era apreciada por clientes y propietarios.
La familia, once años después, ve increíble que este crimen no se pueda resolver porque mantienen que sí que hay indicios más que suficientes para para avanzar en las pesquisas.
«Rabia y dolor»
Julia Fernández, la madre de Sheila, no oculta su «rabia y dolor», además de su «escasa fe en la Justicia, ya que, a pesar de las pruebas, todo el procedimiento fue sobreseído provisionalmente». Por eso, se pregunta «cuántas pruebas hacen falta para tener un juicio justo y esclarecer de una vez los hechos».
Sheila trabajaba en Villablino en el pub Joe. En la jornada de su muerte siguió la rutina del resto de los días. Con los últimos clientes fuera del local recogió la barra, tomó su coche y se fue hacia Degaña (Asturias), donde vivía su familia.
Algo ocurrió en el camino para que esta camarera de 22 años detuviera el vehículo en un área de descanso de Cerredo, algo ocurrió para que quizá lo hiciera obligada por quien más tarde terminó por su vida, pero lo sucedido entonces está perdido en la oscuridad y el silencio de una noche rota por un único disparo.
Demasiados interrogantes que no obtienen respuesta.
¿Más de un implicado?
La familia insiste en que en el crimen de Sheila participó más de una persona. Además siempre ha tenido la sospecha razonable de que en el crimen había una implicación directa de Borja V. G., con quien la joven había mantenido una relación sentimental.
Borja V. G. fue detenido seis meses después de la muerte pero finalmente no se lograron pruebas que le incriminaran en el caso.
Conocedores de la zona
La desesperada llamada de la familia en busca de personas que pudieran haber conocido algo del caso nunca hizo efecto. En el lugar se localizó una bufanda con un toisón de oro, una flor y un libro abierto. Sin embargo, el llamamiento para ver si alguien conocía a quien pudiera portar esa prenda tampoco sirvió de nada.
Para la familia no hay duda de que quien mató a Sheila conocía la zona, ya que el Alto de la Collada no es un lugar de paso frecuentado y en el lugar donde apareció el vehículo «no fueron halladas maniobras de evasión». «Quien la detuvo era conocido de ella», mantiene la familia.
Borja V. G. sigue hoy en libertad y la madre siempre ha recordado que él dio «positivo» en las pruebas de parafina. Había restos de pólvora en sus manos, si bien el joven alegó entonces que había disparado días antes una arma de caza.
La prueba de cargo no pudo ser consolidada y hoy el crimen de Sheila sigue sumido en la lista de 'casos por resolver'. Sheila tendría hoy 33 años.
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