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Termina un año que en el plano internacional ha estado marcado por la invasión de Ucrania cometida por Rusia. Una vez más, Goliat se enfrenta a David: Goliat es Rusia, potencia encarnada por su presidente, Vladímir Putin, y David, Ucrania, defendida por su homólogo Volodímir ... Zelenski. Aunque la guerra provocada por la invasión no ha terminado, David / Ucrania /Zelenski está demostrado, no sin ayudas internacionales, que es capaz de contener a Goliat / Rusia / Putin.
La invasión arrancó el 24 de febrero. Detrás se encuentra la voluntad manifiesta de Putin de anexionar Ucrania a su territorio para intentar recuperar la potencia rusa que fue, primero en la época de los zares y posteriormente en la soviética.
Ucrania es un territorio unido históricamente a Rusia, más alla incluso de su pertenencia a la Unión de Repúblicas Soviéticas (URSS) hasta su independencia en 1991. En los últimos años ha mostrado su interés en integrarse en la Unión Europea y en la OTAN, pero los nacionalistas rusos la consideran parte de su identidad y de su ADN, de ahí la voluntad de Putin de recuperarla, fusionando de nuevo los dos territorios. En 2014 Rusia se anexionó la península de Crimea, que desde entonces se disputan los dos países, aunque el régimen que dirige Putin ha asentado una sólida administración en esa zona, que incluye una gran presencia de ciudadanos prorusos.
En las semanas previas a la invasión, las servicios secretos de Estados Unidos ya alertaban de esa posibilidad, que las autoridades rusas negaban, hasta que se produjo. El día previo a la invasión, el Gobierno ucraniano decretó el estado de emergencia, movilizó a los reservistas y facultó a los ciudadanos civiles a disponer de armamento. Zelenski, en definitiva, realizó un llamamiento a los ucranianos a tomar las armas para defender su territorio. Europa amenazó a las autoridades rusas con medidas contra este país si atacaba Ucrania, pero no surtieron efecto.
El ataque comenzó el 24 de febrero. Putin justificó la invasión en la lucha por la «desnazifición» de Ucrania y definió la acción como una «operación militar especial». La invasión está condicionando no solo la vida de los dos países afectados, sino la de todo el planeta, que desde entonces sufre carencias de alimentos, energía y combustibles. La invasión de Ucrania, además de las tragedias humanas que provoca una guerra, no ha hecho más que prolongar la crisis económica internacional que se arrastra desde la pandemia de la covid.
La invasión ha generado un movimiento internacional de solidaridad con los refugiados, ucranianos que tuvieron que abandonar su casa con lo puesto, en un programa de acogida en el que se involucró la Unión Europea –«son bienvenidos», aseguró la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen–. A Castilla y León, por ejemplo habían llegado a finales de agosto 3.693 ciudadanos. Además de acoger refugiados de Ucrania, los países integrantes de la OTAN han colaborado en aportar armas para defender la soberanía ucraniana.
Uno de los hitos de la invasión fue la ocupación el 2 de marzo de Jersón. Las conversaciones entre Rusia y Ucrania para acabar con el conflicto bélico fracasan, aunque se acuerda facilitar un corredor para la huida de civiles de algunas ciudades, como Sumy, asediada por los ataques rusos. El 9 de marzo, aviones rusos bombardean un hospital maternoinfantil en Mariupol, que Zelenski califica de «prueba de genocidio».
Las sanciones de Estados Unidos contra Rusia se suceden. El 8 de marzo, el presidente, Joe Biden, anuncia la decisión de prohibir las importaciones de petróleo, gas natural y carbón de ese país.
Ucrania ha logrado recuperar territorios inicialmente ocupado por Rusia, y en esa recuperación se han descubierto cuerpos sin vida de civiles esparcidos por la calle y fosas comunes donde yacen decenas de ucranianos.
Zelenski se ha convertido en el símbolo de la resistencia. Su actividad diplomática desde el interior de Ucrania le permitió llegar a los parlamentos de casi todos los países que le apoyan –el español incluido–. El año terminó para el presidente del país atacado con una visita a Estados Unidos en su primer viaje como presidente en guerra, el 21 de diciembre. En una guerra que se prolonga y que no termina de ver la luz al final del túnel. Mientras, el túnel ha provocado miles de fallecidos, una cifra difícil de evaluar, ya que varían en función de qué bando informa. Naciones Unidas, organización independiente, cifró en septiembre los civiles muertos en casi 6.000.
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