|No se puede ser opositor político de Daniel Ortega. No cabe cuestionar al presidente centroamericano y mantener la libertad, el patrimonio y ni siquiera la nacionalidad. El pasado mes de enero, 222 presos políticos fueron desterrados a Estados Unidos y declarados apátridas, y hace diez ... días otros 94 ciudadanos de aquel país fueron considerados prófugos de la justicia y se ordenó el decomiso de sus bienes. El escritor y ex vicepresidente Sergio Ramírez, de 80 años de edad, se encuentra entre los represaliados.
El acto vulnera la ley y la razón. Despojar de su identidad nicaragüense al autor y dirigente supone negar la historia reciente del país de los lagos y la revolución sandinista. Él ha sido uno de los protagonistas de la política y cultura nacionales. Negar su origen, implica mutilar aquella insurrección. En los años setenta sumó su prestigio a la lucha contra el dictador Anastasio Somoza porque ya entonces contaba con una larga trayectoria en el campo de la edición y creación literarias. Doctor en Derecho, fue miembro de la denominada Generación Traicionada, formada por intelectuales que en los años sesenta apostaron por una literatura comprometida con un país atenazado secularmente por la represión y la injusticia social.
El exilio y la promoción de numerosas iniciativas son dos claves de su vida. En la década de los setenta dirigió la revista 'Repertorio', publicó 'Tiempo de fulgor', su primera novela, y se refugió en Costa Rica ante el acoso del régimen. Ese vínculo con la lucha contra la tiranía se plasmó en la dirección de 'Los Doce', una mesa formada por intelectuales, sacerdotes y dirigentes civiles, cercanos al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
El compromiso lo condujo al gobierno. Tras el triunfo bélico de los milicianos, formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, en la que coincidió con Ortega. Tras las elecciones de 1984, el comandante guerrillero se convirtió en presidente y Ramírez asumió la vicepresidencia. Fueron los tiempos de la 'contra' y el empeño de Estado Unidos en revertir el proceso. Tras la derrota electoral de 1990 se convirtió en líder parlamentario del FSLN.
La pugna entre Ortega y Ramírez sintetiza el conflicto posterior en Nicaragua, marcado por el giro conservador del primero y su deseo de enmudecer a la disidencia. El sandinismo experimentaba una convulsión interna que lo desgajaría. Ortega aspiraba al poder absoluto y esa ambición le sustraía paulatinamente el favor de aquellos que le acompañaron durante la revolución y demandaban una transformación del partido. Aunque mayoritario, el sector reformista resultó derrotado y sus dirigentes se unieron a la oposición.
Vuelta a la literatura
Sergio Ramírez participó en la fundación del Movimiento Renovador Sandinista, pero no tuvo el respaldo de las urnas y cerró la etapa pública. En 1996 culminó su trayectoria política y regresó al periodismo y la literatura. La vuelta a la literatura supuso la consecución de diversos galardones como el I Premio Alfaguara con la novela 'Margarita, está linda la mar' en la que, como en otras posteriores entregas, amalgamaba la ficción y la historia de su país. La narración establece una conexión entre el regreso de Rubén Darío a su país en 1916 y el asesinato de Somoza, cuarenta años después, a manos de un poeta.
El escritor, siempre prolijo, ha simultaneado la creación con diversos proyectos editoriales, como la revista electrónica Carátula o la dirección del festival Centroamérica Cuenta, celebrado en Managua. Su condición de gran intelectual también ha sido respaldada por nuevos galardones como el Premio Carlos Fuentes en 2014, el Cervantes del 2017 y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2021.
El autor quiso culminar su periplo político con la publicación de 'Adiós, muchachos', memorias de aquella etapa convulsa. Pero la política no se despidió de él, sobre todo tras el regreso al poder del sandinismo en 2006 de la mano de Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo. En aquella ocasión, el FSLN obtuvo el 37% de los votos y en los comicios venideros no ha bajado del 72% de los sufragios, con multitud de candidatos arrestados o exiliados. El ajuste de cuentas fue inmediato. Dos años después, el Instituto Nicaragüense de Cultura vetó la intervención de Sergio Ramírez como prologuista de una antología del poeta Carlos Martínez Rivas.
Sólo era el principio. La caza de brujas se intensificó en 2018 tras unas protestas populares contra la reforma del seguro social nicaragüense, devenidas en clamorosa demanda de democratización. Las fuerzas de seguridad la aplastaron con un balance de muertos que oscila entre los 200 y 400, y decenas de miles de salidas del país. Entre los que optaron por la marcha destaca la figura del cantautor Carlos Mejía Godoy, todo un símbolo del primer sandinismo.
De promoción
El escritor no podía evadirse de esta operación de limpieza. El 9 de septiembre de ese año se firmó una orden de detención contra Ramírez por el delito de lavado de dinero. Se trataba de una sibilina iniciativa porque el régimen era consciente de que Ramírez había comenzado la promoción internacional de su novela 'Tongolele no sabía bailar' y, de esta manera, impedía de facto su regreso. El autor llegó a Madrid y, ante la situación y el padecimiento de ciertos problemas cardíacos, decidió quedarse y solicitar el pasaporte español.
La declaración de traidor a la patria, recientemente llevada a cabo por el Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción de Managua, establece su inhabilitación de todo cargo público y la pérdida de la nacionalidad, pero es mucho más. De un plumazo, Ortega se desembaraza de sus rivales a la izquierda y derecha, nuevos e históricos, propios y ajenos. El sandinismo histórico se desvanece tras la pérdida de Gioconda Belli, Dora María Téllez y Luis Carrión, entre otros. Managua se queda sola, bajo la larga sombra de su aspirante a César tropical. zs
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