Prisioneros salvadoreños, en colaboración con funcionarios, han destrozado tumbas de pandilleros con martillos y postes de metal para impedir que sus admiradores las conviertan en lugares de culto.Han sido decenas las tumbas destrozadas, la mayoría pertenecientes a los Mara Salvatrucha. El viceministro de justicia y director de la cárcel de El Salvador respalda lo ocurrido. "No podemos tener un solo símbolo alusivo a los maras o a los pandilleros en ninguna comunidad, barrio o parte de este país". Una reacción que otras organizaciones como el grupo de derechos International Crisis Group consideran que puede ser contraproducente. Aseguran que la política de mano dura del gobierno podría generar una reacción violenta por parte de los pandilleros.
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