El posible sucesor de Nasrala, desaparecido desde el ataque israelí a su búnker en Beirut

Este clérigo de 60 años es primo de Nasrala y era un desconocido para la mayoría de los libaneses hasta que Israel asesinó al secretario general de Hizbolá y su nombre comenzó a sonar como posible sustituto. Los grandes cargos de la milicia vivían en un total anonimato, pero ahora han quedado al descubierto con los repetidos golpes de la inteligencia israelí.

Safieddine es un histórico del Partido de Dios que estudió teología junto a su primo en Nayaf y Qom y tiene hilo directo con Irán. Su hermano, Abdula, es el representante de Hizbolá en la república islámica y el viernes estuvo junto al Líder Supremo iraní, Alí Jamenei, en el homenaje a Nasrala en la capital persa, Teherán. Safieddine forma también parte de la lista negra de Estados Unidos de terroristas más buscados aunque está muy lejos del carisma de su primo, que lideró el partido-milicia durante tres décadas.

Y mientras se trata de localizar al posible sucesor de Nasrala, en las calles de Beirut decenas de miles de personas que han salido de los barrios del sur huyendo de los bombardeos israelíes se preguntan cuándo terminará la guerra para poder volver a sus casas. Pero muchos se encontrarán con una montaña de escombros. Y sin un Nasrala que les prometa un plan de reconstrucción y ayudas, como ocurrió en la guerra de 2006, se resiente la confianza en Hizbolá y en los nuevos y desconocidos dirigentes del grupo.

El Partido de Dios tiene un problema de infiltración de agentes enemigos en sus filas que sin embargo, y por el momento, no se ha trasladado a sus posiciones militares en la frontera con Israel, donde siguen los combates cuerpo a cuerpo con los soldados hebreos y lanzan docenas de cohetes cada día. El ejército israelí asegura haber matado a 440 milicianos en las operaciones llevadas a cabo por tierra durante esta semana y se prepara para intensificar sus movimientos tras la llegada de una nueva división a la zona. Los israelíes, como ya hicieron en Gaza, han golpeado al sistema sanitario en el sur de Líbano y el Ministerio de Salud del país informó ayer que 10 centros médicos ubicados en esa región han dejado de funcionar y otros 25 lo hacen solo de manera parcial.

El ejército hebreo explicó que el objetivo de sus operaciones son los «centros de gravedad» de Hizbolá en las aldeas próximas a la frontera, en los que las tropas han encontrado «cantidades masivas de armas». Los israelíes aseguran que la milicia proiraní había planeado un ataque a gran escala contra comunidades del norte de su país para matar y secuestrar a civiles, al estilo del perpetrado por Hamás 7 de octubre del pasado año.

Entretanto, el sector ultranacionalista sionista, aliado clave del Gobierno de Benjamín Netanyahu, ha lanzado una campaña para pedir la ocupación militar del sur Líbano. La revista religiosa 'Small World' publicó un plan para construir cinco nuevos asentamientos judíos en el país vecino, uno de ellos en la ciudad de Tiro, bajo el título 'Primer borrador para el plan del día después'.

Además de Hizbolá, los israelíes tienen en su punto de mira a los líderes de las facciones palestinas en Líbano. Por primera vez desde el inicio de la guerra el ejército atacó Trípoli, ciudad suní del norte, y asesinó a Said Atallah, comandante de las Brigadas Ezzedine Al Qassam, brazo armado de Hamás, junto a toda su familia en un campo de refugiados. Horas después, las brigadas informaron de la muerte de Mohammad Hussein Lowaiss en el valle de la Bekaa, al este del país.

Así las cosas, y a la espera de la respuesta de Israel a Irán por el lanzamiento de 181 misiles balísticos, el frente libanés ha eclipsado al de Gaza. Medios estadounidenses indican que la operación contra Teherán podría tener lugar «en las próximas 48 horas», coincidiendo con el primer aniversario de los ataques de Hamás del 7 de octubre.

Los esfuerzos diplomáticos no logran una desescalada y 24 horas después de estar en Beirut, el ministro de Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, viajó a Damasco «para mostrar mi apoyo a la resistencia». Araghchi aseguró que «hay iniciativas sobre la mesa para un alto el fuego, pero no están listas para hacerlas públicas». Para cuando se conozcan pueden haber quedado obsoletas porque los acontecimientos se precipitan cuando las armas hablan.