El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha rechazado este martes ante un tribunal de Tel Aviv las acusaciones de corrupción que pesan en su contra desde que fue denunciado en 2019. El juicio comenzó en 2020, pero se interrumpió tras el estallido de la guerra ... en Gaza en octubre de 2023. Se trata de la primera vez que el líder del Estado hebreo se sienta en el banquillo de los acusados y también del primer proceso criminal contra un jefe de Gobierno en ejercicio en este país.
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Al dirigente se le acusa de fraude, soborno y abuso de confianza. Tanto él como su mujer, Sara Netanyahu, están acusados de haber aceptado bienes de lujo como cigarros, joyería y champán de manos de benefactores multimillonarios a cambio de favores políticos, valorados en unos 250.000 euros. Además, al primer ministro se le imputa asimismo haber negociado una cobertura más favorable para su figura en dos medios israelíes a cambio de debilitar a la competencia y de facilitar una operación empresarial que el propietario del grupo mediático quería llevar a cabo.
«Estoy ocupado con asuntos de importancia mundial», ha declarado el primer ministro, que ha asegurado que llevaba años esperando el juicio para «demoler por completo las absurdas e infundadas acusaciones» en su contra. El mandatario se ha presentado como una víctima de una «caza de brujas» y ha asegurado que no le molesta lo que se dice de él, aunque la realidad es que Netanyahu ha tratado de retrasar el procedimiento con el pretexto de las guerras en Gaza y Líbano.
Este mismo lunes, el equipo de Netanyahu envió una petición a la Fiscalía en la que pedía un nuevo retraso del proceso tras la caída del régimen sirio, un conflicto en el que Israel tiene también un importante papel. El Ministerio Público rechazó la demanda ya que, según alegó, es de interés público que el juicio concluya lo antes posible. En un principio, el primer ministro estaba obligado a acudir a la audiencia tres días por semana durante seis horas diarias y finalmente se le ha permitido acudir sólo una jornada por semana debido a su apretada agenda.
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Netanyahu volvió al poder en 2022 y, desde entonces, su gabinete ha intentado llevar adelante varias reformas para debilitar el poder judicial, lo que ha generado un gran malestar en la población al temer que los cambios traten de acabar con la separación de los poderes democráticos. Los planes del Ejecutivo han chocado con el Tribunal Supremo, que ha anulado varias normas clave incluidas en el proyecto del primer ministro. Las manifestaciones populares contra estas medidas se multiplicaron justo antes del estallido de la guerra en Gaza.
Gran parte de la sociedad israelí está descontenta con el Ejecutivo que encabeza Netanyahu. Cientos de detractores se han acercado a las afueras del tribunal para corear «Bibi, a la cárcel», haciendo así referencia a su apodo. Entre ellos, según algunos medios, había familiares de los rehenes retenidos en la Franja. Pero la Justicia israelí no es la única que persigue al primer ministro. La Corte Penal Internacional emitió una orden de captura mundial contra él por supuestos crímenes de guerra y de lesa humanidad perpetrados en el contexto de la guerra en Gaza desde el 7 de octubre de 2023.
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