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La imagen de un grupo de hombres armados derribando la estatua de Bassel al Assad, el hermano del presidente Bashar al Assad, en la plaza Basilea de Alepo es un reflejo del demoledor golpe asestado por la insurgencia al régimen sirio en apenas cuatro días ... de lucha. Todo ha sucedido tan rápido como la propia caída del monumento, o la decapitación de un busto de Hafez al-Assad, el difunto padre y predecesor del mandatario: otro ejemplo de cómo Alepo ha dejado de permanecer bajo dominio del Gobierno para convertirse en una provincia ajena, más próxima a la órbita turca.
Los rebeldes, integrados en una gran coalición donde mandan los grupos yihadistas y en especial la milicia Hayat Tahrir al Sham, han tomado el control de casi todos los barrios de la segunda ciudad más poblada de Siria. Anoche solo les oponían resistencia cutro distritos de predominio kurdo. Los insurgentes intentan otra exitosa campaña en Hama, un enclave de la zona central del país a 150 kilómetros de Alepo, aunque el ejército montaba este domingo una significativa resistencia tras haberse pertrechado de armas y tropas.
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El mando informó de la organización de una línea de defensa en el norte de la región y desmintió que se produzcan deserciones en masa en sus filas. «Hacemos un llamamiento a los conciudadanos para que no crean en falsos rumores sobre la situación de campo», reclamó en un comunicado. El ejército avisó de un próximo contraataque para «recuperar todas las regiones» y poner fin a la «abominación del terrorismo». La aviación siria y rusa sembró un día más el terror, bombardeó Idlib, el bastión insurgente, y otras posiciones rivales, causó un número indeterminado, pero elevado, de muertos e incluso dejó varias víctimas en la plaza Basilea.
17 civiles
murieron este domingo como mínimo en los bombardeos rusos y sirios contra Idlib y los barrios de Alepo ocupados por los rebeldes. Se sabe que hay además decenas de heridos.
Al Assad, en su primera declaración pública desde el comienzo de la crisis el pasado miércoles, anunció que el Gobierno continuará «defendiendo la estabilidad e integridad territorial» de Siria frente a los «terroristas y sus patrocinadores». En unas manifestaciones que en nada satisfarán a la ONU -cuyos potavoces piden una desescalada para no agravar la crisis humanitaria en la región-, el mandatario advirtió de su apuesta por una respuesta militar contundente porque «el terrorismo sólo entiende el lenguaje de la fuerza, y es con este lenguaje que lo romperemos y lo eliminaremos».
A este endemoniado tablero de actores contrapuestos se han sumado las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que este domingo anunciaron una movilización general contra la ofensiva rebelde. Se trata de una alianza de milicias kurdas y árabes fundada hace nueve años para combatir a los yihadistas de Estado Islámico con la ayuda de Washington.
Este peculiar ejército paramilitar aglutina a diferentes facciones armadas y su principal brazo son las Unidades de Protección del Pueblo, vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), tachado por Turquía como grupo terrorista. Naturalmente, las FDS consideran que los turcos están detrás de la operación de conquista de los insurgentes para «ocupar todo el territorio sirio».
La insurgencia Administración de Operaciones Militares: Agrupa a una decena de milicias opositoras al régimen sirio.
La defensa kurdo-árabe Fuerzas Democráticas Sirias: La nueva alianza que entra en el conflicto la lideran kurdos y otomanos, pero incluye a asirios, turcomanos y siríacos.
En ese sentido, las Fuerzas Democráticas Sirias, cuya letal eficacia en combate quedó demostrada en 2019 cuando derrotó a Estado Islámico en todo el país, decretaron que toda la población está sujeta desde este fin de semana a una «movilización general. De ahora en adelante cumplirán con sus responsabilidades históricas, sin importar el precio, y se opondrán a la ofensiva rebelde y yihadista».
La primera reacción a la promesa de Al Assad de golpear con «fuerza» a sus opositores procedió de Irán, que dijo «apoyar firmemente al ejército y al Gobierno» sirio, en palabras del canciler Abás Araqchi. Aprovechando la ventana de cierta laxitud en la operación relámpago, parece llegado el momento de la diplomacia. Moscú, Teherán y Ankara mantienen conversaciones cruzadas. Araqchi se entrevistó con Al Assad en Damasco este domingo y este lunes se trasladará a Ankara para tratar con Hakan Fidan, ministro turco de Exteriores.
El grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham tomó una planta de energía y una academia militar. Sus grupos afines se extendieron por el este de la provincia de Alepo, donde conquistaron dos localidades y una base aérea.
Fidan subrayó que el Gobierno de Erdogan «no interviene en los combates que tienen lugar en Alepo. Se están tomando precauciones. No lanzaremos ninguna acción que pueda desencadenar una nueva ola migratoria», señaló, en alusión a la pasada guerra civil en Siria que causó más de 300.000 muertos y generó la salida de seis millones de refugiados..
Mientras Estados Unidos ha atribuido la actual crisis a las relaciones de Al Assad con Moscú y Teherán, Jordania revelóque su ministro de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, había hablado con su homólogo sirio para mostrarle apoyo a «la integridad territorial, soberanía, estabilidad y seguridad de sus ciudadanos». También le trasladó la necesidad de llegar a una solución política.
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