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Ocho civiles que se encontraban en el centro comercial de Kiev en el momento del bombardeo resultaron muertos. REUTERS

Mariúpol desoye el ultimátum ruso y solo caerá «cuando todos hayamos muerto»

Las bombas reducen a escombros un centro comercial de Kiev y el Ejército invasor ataca por primera vez Odesa

rafael m. mañueco

Corresponsal. Moscú

Lunes, 21 de marzo 2022

El plazo de seis horas que el Ministerio de Defensa ruso dio a los defensores de Mariúpol para que entregaran esta ciudad portuaria en el mar de Azov venció este lunes a las cinco de la mañana. «Ucrania no puede cumplir jamás un ultimátum de la Federación Rusa. Tendríamos que estar todos muertos; solo entonces caería Mariúpol, Járkov o Kiev», retó el presidente Volodímir Zelenski más tarde, en un encuentro con periodistas europeos. Y agregó que cualquier eventual acuerdo con Moscú para parar la guerra «será sometido a referéndum».

La jornada en la que se volvieron a reanudar las negociaciones entre las delegaciones rusa y ucraniana registró por primera vez bombardeos contra la ciudad portuaria de Odesa, efectuados con misiles disparados desde navíos en el mar Negro. Pero el enclave más castigado sigue siendo Mariúpol, donde unas 350.000 personas continúan atrapadas en los sótanos de las viviendas sin agua, alimentos, luz ni calefacción. Comenzó a ser atacado el 25 de febrero, al día siguiente de iniciarse la invasión, y desde el 18 de marzo está completamente sitiado.

La situación allí es dramática; el escenario de un enfrentamiento colosal entre las tropas rusas, ayudadas por unidades chechenas, con fama bien ganada de brutalidad, y las fuerzas ucranianas, a las que se han sumado efectivos de las brigadas internacionales y del ultraderechista Batallón Azov, que el Kremlin tiene como objetivo primordial. Las bombas han dejado un terreno estéril. Nueve de cada diez edificios han sufrido daños y los vecinos se las han ingeniado para disponer de unos pocos pozos excavados en el suelo -el agua aflora de las cañerías subterráneas machacadas- para obtener un poco de agua. Muchos solo se alimentan una vez al día. Y poco. Ya no hay víveres. Lo comparan con Leningrado. Con Gernika. Una joven cuenta en un periódico local que ella y sus familiares apenas comen para minimizar las veces que deben salir de su refugio a hacer sus necesidades y exponerse a los disparos.

Según el ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Réznikov, las fuerzas que resisten en Mariúpol «están desempeñado un enorme papel en el desmantelamiento de los planes del enemigo y en la mejora de nuestra defensa». A su juicio, «gracias a Mariúpol se están salvando Kiev, Dnipró y Odesa». Una vez que la ciudad caiga, el Ejército invasor tendrá más efectivos para continuar la contiendan en otras áreas y cerrar el nexo de unión entre el Donbás separatista y la península de Crimea.

Mijaíl Mizíntsev, jefe del Centro de Control Nacional del Ministerio de Defensa ruso, dijo este lunes que instaron a Kiev a retirar de Mariúpol «todas las formaciones armadas (…) en aras de salvar a los civiles y las infraestructuras». Explicó que, una vez depuestas las armas, llegarían los convoyes humanitarios para evacuar a la población «con unidades de zapadores por delante para el desminado de la ruta». Para verificarlo, agregó, «han sido invitados a estar presentes delegados de la ONU, la OSCE, el Comité Internacional de la Cruz Roja y otras organizaciones internacionales». Pero este operativo tendrá que esperar. El cabecilla rebelde de Donetsk, Denís Pushilin, reconoció que sus fuerzas no podrán tomar Mariúpol «ni siquiera en una semana». Según sus palabras, se enfrentan a «varios miles de combatientes de los batallones nacionalistas ucranianos» y, «desafortunadamente, la ciudad es grande».

Una de las unidades que luchan allí es el Batallón Azov, calificado de neonazi por el Kremlin y cuya financiación vetó el Pentágono en 2017. A este respecto, el presidente de la Duma (Cámara Baja del Parlamento ruso), Viacheslav Volodin, acusó este lunes a Joe Biden de «crímenes de guerra» por enviar armas a Ucrania que, según sus informaciones, «fueron a parar a manos de los ultraderechistas». El Congreso de EE UU, agregó, «debe poner fin al doble rasero y hacer que Biden rinda cuentas (…) a causa de la sangre vertida por miles de civiles víctimas» de estos grupos armados. «Todo mentira», en palabras del asesor de la Presidencia de Ucrania, Mijailo Podoliak, que acusó a Rusia de «intentar persistentemente justificar su agresión con historias sobre biolaboratorios, batallones nazis o bombardeos de artillería pesada sobre Donetsk».

Desde el mar Caspio

Mientras tanto, Odesa fue este lunes atacada por primera vez con misiles, disparados por un navío de guerra en aguas del mar Negro. «Bombardearon viviendas civiles frente a la costa -aseguró el alcalde, Guennadi Trujánov-. Una persona resultó herida y varias casas fueron destruidas». La Armada rusa ya lanzó el pasado viernes un misil de crucero contra la ciudad, pero, según el Estado Mayor ucraniano, «fue derribado por nuestra artillería antiaérea».

El domingo, según informó el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konáshenkov, su Ejército «disparó misiles de crucero Kalibr por primera vez desde buques emplazados en el mar Caspio», como ya hiciera en Siria en su ofensiva contra el Daesh en 2015. En esta ocasión, las armas «impactaron contra un depósito de combustible en la aldea de Konstantinovka», en la región de Mykolaiv. Añadió que la aviación también lanzó desde Crimea «misiles hipersónicos contra distintos objetivos en suelo ucraniano».

Otro bombardeo provocó este lunes una fuga de amoniaco en Novoselytsya, al norte, en la región de Sumy, en una planta química de fertilizantes. El gobernador regional, Dmytro Jyvytsky, llamó a la población a refugiarse en sótanos, mientras el Ministerio de Defensa ruso calificaba el incidente de «provocación», de la que responsabilizó a los «ultranacionalistas» locales. Pero el golpe más cruento de la jornada se produjo en el centro de Kiev, donde un ataque con misiles redujo a cenizas un centro comercial. Al menos ocho personas resultaron muertas y un número indeterminado heridas, que fueron rescatadas por los equipos de salvamento de entre un enjambre de escombros.

Los soldados rusos disuelven a tiros una protesta en Jersón

Una persona al menos resultó herida ayer en una manifestación en Jersón cuando los militares rusos, que ocuparon recientemente la ciudad, decidieron dispersar a los concentrados con disparos y granadas aturdidoras. Los hechos ocurrieron en la plaza de la Libertad durante una de las protestas que los ciudadanos ucranianos realizan habitualmente en esta y otras ciudades contra la invasión.

Según revelan las imágenes colgadas en las redes por dos periódicos locales, un nutrido grupo de manifestantes que se dirigía al centro de la plaza se encaró con los militares, que, de repente, abrieron fuego con sus armas automáticas, al tiempo que lanzaban gases lacrimógenos. Los congregados huyeron a la carrera en diferentes direcciones.

Según las autoridades de la región, los 'orcos', como se denomina en algunos medios a las fuerzas rusas, se emplearon con violencia para reprimir una «manifestación pacífica». Uno de los participantes resultó herido, aparentemente, de un disparo en una pierna.

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