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J. M. López
Lunes, 1 de enero 2024, 19:47
Israel sufrió el 7 de octubre su 11-S cuando miembros de la organización islamista palestina Hamás entraron en Israel y asesinaron y secuestraron a varios cientos de personas, incluidos algunos bebés. En el festival de música electrónica de Nova, a cinco kilómetros de la ... barrera que separa Gaza e Israel, fueron masacradas 264 personas o en el kibbutz de Beeri a J'lem, donde fueron asesinadas familias enteras. En total murieron unas 1.400 personas –entre ellas los españoles Maya Villalobo de 19 años e Iván Illarramendi, de 46– y 240 fueron secuestradas.
El ataque despertó a los israelíes del sueño de inviolabilidad ante un ataque a gran escala de sus fronteras y puso en entredicho sus servicios secretos de inteligencia. Hamás infringió a los israelíes un golpe terrible pero la respuesta no fue menos sangrienta. Pocos días después del ataque, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, afirmó: «Si eres de Hamás estás muerto». Y acompañó sus palabras con furia y fuego. Desde el 7 de octubre la cifra de muertos ronda las 20.000 personas en los bombardeos israelíes, la mayoría mujeres, niños y adolescentes. Ojo por ojos y diente por dientes.
La ONU denunció la brutalidad de los bombardeos contra la población civil, incluidos hospitales como el de Al Shifa, el mayor de Gaza, donde Israel aseguró que estaban retenidos algunos rehenes y donde estaría el cuartel general de Hamás en su red de túneles. También condenó el bloqueo total que impidió durante semanas la entrada de ayuda humanitaria.
Líderes europeos como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron o Pedro Sánchez criticaron la brutalidad de estos bombardeos. Incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió a Israel que hiciera todo lo posible para minimizar las bajas civiles. La presión internacional permitió que se declarase una tregua, tras la mediación de Qatar, Egipto y EE UU, que hizo posible el intercambio de 108 rehenes israelíes por 240 prisioneros palestinos, y la entrada de ayuda humanitaria. El alto el fuego apenas duró siete días, del 24 de noviembre al 1 de diciembre. La escalada bélica también se dejado sentir en la frontera del Líbano, con cruce de disparos entre Israel y el grupo proiraní Hezbolá, o en Yemen, donde los shiíes hutis, también aliados del régimen de ayatolas iraní, han perpetrado varios ataques contra buques mercantes en el Mar Rojo amenazando las rutas comerciales internacionales. Y de paso, ha desviado la atención del ataque ruso a Ucrania, que teme que el apoyo incondicional de Occidente pase a segundo plano.
La Franja costera de Gaza es un territorio autónomo controlado por Hamás tras la salida de las tropas israelíes en 2005 y su victoria en las elecciones al Consejo Nacional Palestino de 2006. No reconoce al Estado de Israel y, a diferencia de Cisjordania, ha conseguido que en Gaza la Autoridad Nacional Palestina no tenga nada que decir. En sus 365 kilómetros cuadrados de superficie viven dos millones de personas, una de las densidades de población más altas del mundo, y todo el territorio está rodeado de una valla de seguridad militarizada y sin conexión con Cisjordania.
Hamás –un conglomerado yihadista que suma un movimiento político, una red de ayuda social y asistencial y una milicia armada, las Brigadas de Ezedin Al Qassam– nació en 1987 como una sucursal palestina del movimiento integrista egipcio Hermanos Musulmanes. Tel Aviv miró para otro lado y dejó que creciera para contrarrestar el poder de la OLP de Yassir Arafat y acrecentar la división interna entre palestinos, en la creencia de que bloqueda y vigilada por su poderoso Ejército no ponía en riesgo su propia seguridad.
Comprometidos con la yihad y la destrucción del Estado de Israel, Hamás ya había perpetrado antes algunos atentados terroristas en territorio de Israel, pero nada como el ataque del 7 de octubre. Ahora, Israel está decidido a que algo así no vuelva a ocurrir al precio que sea, en vidas de palestinos o de sus propios rehenes, como ocurrió el 15 de diciembre, cuando el Ejército mató a tres de ellos. Netanyahu quiere destruir las infraestructuras logísticas de Hamás, decapitar a sus líderes y volver a tomar bajo su control la seguridad de la Franja.
Sin embargo, incluso Joe Biden ha opinado públicamente de la necesidad de crear dos Estados para resolver el conflicto, y propone que Gaza y Cisjordania compartan una única estructura de gobierno, en última instancia bajo una Autoridad Palestina «revitalizada».
El 29 de noviembre de 1947 las Naciones Unidas aprobaron el plan de partición de Palestina y propuso la creación de dos estados, pero los palestinos y los países árabes lo rechazaron y declararon la guerra a Israel. Desde entonces, los Acuerdos de Oslo de 1993 ha sido lo más cerca que se ha estado de lograr una solución pactada al conflicto en Palestina.
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