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El excanciller federal Gerhard Schröder ha perdido ante los tribunales sus privilegios de emérito jefe del Gobierno alemán. El Tribunal Superior Administrativo de Berlín-Brandeburgo confirmó este jueves la decisión del tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales al frente del Ejecutivo federal de retirarle su ... derecho a un despacho y personal adjunto que habitualmente se concede a los antiguos jefes de gobierno cuando abandonan la política activa, como es el caso ahora de la conservadora Angela Merkel.
Su propia formación, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), tomó la iniciativa de retirar esos privilegios a Schröder, que gobernó el país entre 1998 y 2005, por su cercanía al presidente ruso, Vladímir Putin, y su falta de condena a la invasión de Ucrania. La Cámara confirmó una sentencia dictada en mayo por la instancia inferior, el Tribunal Administrativo de Berlín, tras la denuncia presentada por Schröder contra la República Federal. Al excanciller le habían cerrado el despacho y negado el pago de su personal en mayo de 2023, tres meses después del comienzo de la guerra.
El propio interesado defendió sin éxito su reclamación ante los jueces, a los que aseguró que había intentado mediar en la guerra entre Rusia y Ucrania. Schröder justificó también la necesidad de contar con ese despacho en Berlín para atender las peticiones de ciudadanos en conflicto con el Estado u otras instituciones. Al carecer ya de una dependencia oficial en la capital alemana se ve obligado ahora a realizar esas actividades como persona privada, pese a estar directamente relacionadas con su antiguo trabajo como canciller federal.
Sin personal pagado por el Estado que le eche una mano, es ahora su propia esposa la que se ve obligada a llevar el protocolo de las conversaciones que mantiene con los demandantes de ayuda. «Quiero dejar claro que esas conversaciones tienen lugar debido a mi antiguo cargo», subrayó Schröder, quien comentó que todas siguen el mismo patrón: «Todos están contra mí, solo usted puede ayudarme».
Y todos esperan que intervenga a su favor sin pago alguno y sin la ayuda del equipo que tenía cuando contaba con su despacho de emérito. «Esto me lleva demasiado tiempo y no puede ser», dijo el excanciller, que acudió inesperadamente a la vista en el céntrico tribunal berlinés acompañado por su cuarta esposa, la coreana Soyeon Schröder-Kim.
Sus argumentos no le sirvieron de nada. Aunque el Estado paga desde hace décadas a los antiguos cancilleres federales un despacho en Berlín y el personal para su funcionamiento con el fin de que continúen cumpliendo tareas públicas, el tribunal subrayó que esa costumbre no significa un derecho y desestimó así la demanda de Schröder contra la comisión presupuestaria del Bundestag, que fue la que oficialmente congeló los fondos destinados a sufragar los privilegios del excanciller federal con el argumento de que no cumplía tareas relacionadas con su antiguo cargo, sin mencionar la causa real del castigo, es decir, su proximidad personal a Putin.
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