Coronación de la reina Isabel II y del duque de Edimburgo, el 2 de junio de 1953 ASOCIATED PRESS

Historia y referencia

Isabel II de Inglaterra, como jefa del Estado, ha encarnado el canónico ejemplo del ejercicio del poder moderador o neutral que corresponde a un monarca en un régimen parlamentario

daniel berzosa

Jueves, 8 de septiembre 2022, 22:36

«Declaro ante vosotros que mi vida entera, sea larga o corta, se dedicará a vuestro servicio y al de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos». Con estas palabras, dirigidas a la Commonwealth, a través de la radio desde Ciudad del Cabo ... el 21 de abril de 1947, la entonces princesa Isabel de York, hija primogénita de Jorge VI y heredera del trono inglés, confirmó públicamente que dedicaría su vida al servicio de su pueblo y de los demás pueblos de los que estaba llamada a ser monarca. Y lo ha cumplido con creces, contra viento y marea, externa e interna, pública y privada, durante más de 70 años como reina desde 1952, más los 16 en que devino heredera de la corona inglesa en 1936, a causa de la abdicación de su tío Eduardo VIII.

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Hablar de Isabel II de Inglaterra es hablar de un extraordinario reinado; de sentido del deber; de devoción por una vida de servicio; de una figura decisiva para el Reino Unido y su Commonwealth en tiempos de enormes cambios sociales; de compromiso en la Segunda Guerra Mundial hasta integrarse en el Servicio Territorial Auxiliar del Ejército británico; de un testigo privilegiado de la culminación del proceso de descolonización del Imperio Británico, cuando más de veinte países obtuvieron su independencia, de forma pactada o unilateral; del apogeo y final de la Guerra Fría; de la guerra de las Malvinas; de tres décadas de conflicto en Irlanda de Norte; de las tensiones con la permanencia de Escocia en el Reino Unido; de la entrada de su país en la Comunidad Europea y, cuatro décadas después, de su salida de la UE; y, en el momento de su fallecimiento, de una reina de quince países (Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, Islas Salomón, PapúaNueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, y Tuvalu).

Isabel II de Inglaterra, como jefa del Estado, ha encarnado el canónico ejemplo del ejercicio del poder moderador o neutral que corresponde a un monarca en un régimen parlamentario. Dedicación, experiencia y exquisita distancia de los asuntos políticos. José María de Areilza ha resumido como nadie el secreto del éxito de la gran reina inglesa que no solo ha sido la soberana más longeva de su país, sino la que más tiempo ha reinado (por encima de su tatarabuela, la reina Victoria, que lo fue 64 años) y la única que ha celebrado un jubileo de platino: «Mi impresión es que Isabel II ha sido una monarca muy reflexiva, consciente de que el servicio a su país es lo único que puede explicar el privilegio en una sociedad igualitaria y con un aprecio solo relativo por el pasado».

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