Una enfermera de 33 años, Lucy Letby, ha sido declarada culpable del asesinato de siete bebés por un jurado en el noroeste de Inglaterra. El tribunal la considera también culpable del intento de asesinato de otros seis recién nacidos. El jurado se dividió sobre su ... culpabilidad en el intento de matar a seis bebés y la considera no culpable de otros dos intentos. Será sentenciada el lunes.
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Letby habría causado la muerte de bebés en el hospital de la Condesa de Chester en 2015 y 2016 mediante la inyección de aire o insulina. El juicio ha durado nueve meses y el jurado ha deliberado su veredicto desde el 10 de julio. Es la asesina de niños más prolífica en la historia contemporánea del Reino Unido. Habrá una investigación oficial sobre cómo pudo ocurrir.
Una razón por la que se tardó tanto tiempo en detenerla, en 2019, es la normalidad de Letby, que tenía un buen expediente como estudiante de enfermería y participaba en las actividades del hospital de manera aparentemente ejemplar. Participó activamente en la recaudación de millones para la construcción de una nueva unidad neonatal.
Pero los responsables del hospital comenzaron a alarmarse por un aumento del 10% de muertes de los bebés. El 22 de junio de 2016, Letby comunicó a una colega la muerte de una niña. «¿Qué?», replicó la colega, «estaba mejorando». «¿Qué ha ocurrido?». Letby respondió: «Es un trabajo con tantas cosas positivas, pero cómo se curan bebés tan enfermos y , sin embargo otros mueren inesperadamente». «Creo que hay algo de destino. Hay una razón para todas las cosas».
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Los directivos estaban tan preocupados que limitaron el número de bebés que aceptaban en la unidad. Sospechaban de Letby, que se fue. La Policía ha investigado la mortalidad en otros hospitales en los que trabajó. Se decidieron a detenerla cuando encontraron en su casa notas en las que escribía que era «evil», el diablo o el mal. En otra: «Los maté adrede porque no soy buena».
En la comisaría y en el juicio se expresó con frialdad, rechazando que hubiese matado a los bebés e insistiendo, como también hacía en sus notas, que no tenían pruebas para culparla de nada. Hubo días en los que respondió con alaridos de dolor ante la narración de la muerte de alguna de sus víctimas. Sus padres acudieron todos los días al tribunal, pero no estaban para escuchar el veredicto. Tampoco acudió su hija.
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