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iñigo gurruchaga
Sábado, 10 de septiembre 2022, 12:53
El rey Carlos III ha sido confirmado nuevo monarca británico, gobernador de la Iglesia de Inglaterra y Cabeza de la Commonwealth en una solemne ceremonia en el Palacio de St. James, que ha sido televisada en directo. La confirmación por el Consejo Privado es un ... antiguo rito, que tiene relevancia meramente simbólica, porque Carlos se convirtió en rey en el momento del fallecimiento de su madre, Isabel II, el pasado jueves. La coronación en la Abadía de Westminster puede celebrarse en un plazo de meses.
«El príncipe Carlos Felipe Arturo Jorge se convierte ahora, por la muerte de nuestra señora soberana de feliz memoria, en nuestro rey Carlos III. ¡Dios salve al rey!», proclamó el Consejo de Ascension -formado por miembros de la familia real y 200 figuras relevantes de la sociedad y la política- antes de que el propio monarca fuese llamado a la sala. En el acto estaba presente la primera ministra, Liz Truss, y todos sus predecesores vivos.
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Tras esa primera parte de la ceremonia y ante políticos de alto rango, jueces, obispos anglicanos, militares y su hijo Guillermo, y su esposa, Camila, Carlos III pronunció en el salón de pinturas del palacio unas breves palabras -«mi más penoso deber»-, informando del fallecimiento de su madre y reina y afirmando que sabe «que ustedes, la entera nación, y creo que puedo decir que todo el mundo, simpatizan conmigo por la irreparable pérdida que hemos sufrido». «El reinado de mi madre fue inigualable por su duración, dedicación y devoción (...) Soy profundamente consciente de esta gran herencia y de los deberes y pesadas responsabilidades de la soberanía, que ahora se me transmite», afirmó el monarca. «Al asumir estas responsabilidades, me esforzaré por seguir el inspirador ejemplo que se me ha dado en la defensa del gobierno constitucional y por buscar la paz, la armonía y la prosperidad de los pueblos de estas islas y de los reinos y territorios de la Commonwealth en todo el mundo», añadió.
El nuevo rey se comprometió a cumplir con las normas constitucionales del Reino Unido y firmó un compromiso específico de preservar los derechos de la Iglesia de Escocia, que en su versión presbiteriana no tiene como gobernante al monarca británico. Esa protección se remonta a la unión de las coronas de Inglaterra y de Escocia en 1603.
Siguiendo un protocolo cuidadosamente diseñado desde hace tiempo, el cortesano responsable del cumplimiento de las reglas heráldicas, anunció al público desde una terraza del palacio que el nuevo rey ha sido confirmado. Su proclamación fue leída bajo el son de los trompeteros reales y en presencia de la guardia real con su aparatosos sombreros de pelo de oso negro, así como un nutrido grupo de curiosos.
El texto que confirma oficialmente a Carlos III como nuevo rey se ha leído en Londres, Edimburgo, Cardiff y Belfast y ha dado paso a unas salvas de cañón en la capital: en Hyde Park y la Torre de Londres. Los miembros del Parlamento -diputados y lores- jurarán lealtad al monarca y le expresarán sus condolencias hoy. El Lord Alcalde de la City convocó más tarde a los prebostes de la Corporación que gobierna la milla cuadrada en la que se alojan el Banco de Inglaterra y las instituciones del mercado financiero. Proclamó de nuevo el inicio del reinado de Carlos III en las escaleras del Royal Exchange. Allí se comerciaba en seguros y finalmente en futuros, antes de convertirse, frente al banco central, en un centro comercial con tiendas y bares.
El Consejo Privado, que es parte central del Comité de Accesión, tiene orígenes medievales como círculo de asesores de los reyes, pero en la evolución de la monarquía británica se ha convertido en otro organismo ritual. En su última reunión, el 19 de julio, dio el visto bueno a la acuñación de nuevas monedas y billetes, enmiendas a leyes, cambios en los estatutos de universidades o asociaciones profesionales, el cierre de algunos cementerios.
Isabel II canceló una reunión virtual del consejo la víspera de su fallecimiento, porque estaba cansada de la carga del día anterior, el martes, en el que había oficiado la renuncia de Boris Johnson como primer ministro y la encomienda a Liz Truss de formar un nuevo Gobierno. Cuando las reuniones son en persona, los presentes se mantienen en pie. Sellan así las decisiones tomadas por el Parlamento o el Gobierno.
La pompa y circunstancia de los rituales monárquicos ha variado mucho. Cortesanos desaconsejaban en el inicio del siglo XX que se emitiera la voz del rey por el nuevo invento de la radio, por temor a que el populacho no se descubriese al oír sus palabras. Isabel II voló rápidamente a Londres desde Kenia, tras conocer la noticia de la muerte de su padre, y fue proclamada a los 25 años por un Consejo de Accesión formado por hombres blancos.
El paisaje humano era muy distinto en la ceremonia de este sábado, que el nuevo rey pidió que se televisase en directo. Pero Carlos III tuvo que declarar 'sí' a sucesivas preguntas de la Lady Presidente del Consejo aprobando una propuesta del Lord Guardián del Sello Privado para que los ministros de los gobiernos británicos puedan firmar sus decisiones con los sellos actuales, a la espera de que se produzcan los actualizados con la iconografía del nuevo monarca.
Y la proclamación fue finalmente voceada por el principal oficial del Colegio de Heráldica, que cumple su labor bajo la autoridad suprema del Conde Mariscal, que es perpetuamente el duque de Norfolk, último representante de una dinastía de recusantes católicos entre la aristocracia del Estado anglicano. Los duques organizan las ceremonias de Estado de la monarquía.
Carlos III decidió saludar a los congregados en el Palacio de Buckingham como su primer acto tras el regreso de Balmoral y ha abierto las puertas a una ceremonia hasta ahora privada. Se han interpretado como signos de cambio, en una tradición británica que tiene elementos que parecen trasnochados en el siglo XXI, como un colegio que vela por la pureza heráldica.
La preservación de extraños títulos no parece, sin embargo, en disputa. La Lady Presidente del Consejo Privado es en realidad Penny Mordaunt, ministra del Gobierno para las relaciones con la Cámara de los Comunes, y el Lord Guardián del Sello privado es lord True, que tiene la misma función en la Cámara de los Lores. La ceremonia, bajo esas disfraces, reunió en lo práctico a ex primeros ministros y a políticos rivales del momento, en un acto de apoyo público y común al nuevo rey.
Un monarca de quien se esperan reformas confirmó también que mantendrá el acuerdo financiero que desde 1760 da al Tesoro la 'renta neta' anual de la Hacienda de la Corona -un cúmulo de propiedades que van desde grandes extensiones de terreno rural y urbano a los recursos del subsuelo marino- a cambio de que el Gobierno financie las actividades del monarca y su familia.
Políticos republicanos sospechaban que el entonces príncipe de Gales intentaría cambiar el acuerdo, por argumentos que había expuesto sobre el 'Crown Estate', y porque ha tenido que responder con proclamaciones de inocencia, en el pasado reciente, a acusaciones de recaudar dinero para sus organizaciones beneficiosas de millonarios corruptos o canjeando donaciones por títulos honoríficos.
Su condición de monarca borra sus posibles preocupaciones sobre la investigación por la Policía de al menos uno de los casos. El rey es la única persona legalmente inmune en el sistema británico. Como Carlos III, anunció en su primer mensaje a la nación que no podrá dedicar tanto tiempo a las organizaciones benéficas. También afirmó en una entrevista con la BBC que no tiene intención de expresar opiniones sobre los asuntos de Gobierno, que han provocado fuertes polémicas durante su tiempo como heredero.
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Elizabeth Buchanan, ex secretaria privada del príncipe, afirmó en la BBC durante la ceremonia de confirmación, que este rey conoce el país mejor que todos los políticos, porque lo ha recorrido durante décadas. Ese conocimiento, que es indudable, le llevaba también a escribir frecuentes cartas a miembros del Gobierno para sugerirles ideas o mostrar su contrariedad por algún asunto.
Tras su confirmación, se reunió en el Palacio de Buckingham con el arzobispo de Canterbury, con la primera ministra y miembros del Gabinete, con representantes de partidos de la oposición. Habrán descubierto si hay diferencias entre el nuevo rey y la difunta reina en la expresión del «ánimo, advertencia y consejo» que se espera de la monarquía en la convención constitucional.
Mañana el féretro de la reina se trasladará del castillo de Balmoral al Palacio de Holyroodhouse en Edimburgo, la residencia oficial de los monarcas en Escocia, y un día después a la cercana catedral de Saint Giles. Su último viaje a Londres está previsto el martes por avión para varios días de homenaje público y un funeral de Estado, en un fecha por fijar, en la Abadía de Westminster con dignatarios de todo el mundo.
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