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Los tiempos han cambiado. Silicon Valley ya no enfrenta a Donald Trump, como hizo en su primer mandato. La nueva estrategia, siguiendo el liderazgo que ha marcado el fundador de Tesla y propietario de X, Elon Musk, es sumarse al movimiento de Make America Great ... Again (MAGA) donando millones a los fastos de su líder.
El primer paso lo ha dado Mark Zuckerberg, que el mes pasado visitó al nuevo presidente electo en su residencia de Mar-a-Lago en Palm Beach. La reunión fue tan bien que Trump le invitó a su cena de Acción de Gracias. «Es un momento importante para el futuro de las innovaciones estadounidenses. Mark le agradece la invitación», dijo entonces un portavoz de Meta.
Atrás quedaban los tiempos en los que ambos multimillonarios se enfrentaron, particularmente después de que Facebook suspendiera su cuenta tras el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Entonces había un nuevo presidente demócrata, Joe Biden, y algunos veían ya la presidencia de Trump como una anécdota, una pesadilla de la que EE UU había despertado. Su vuelta al poder demuestra que la anécdota puede haber sido la presidencia de Biden, porque la ola populista que ha llevado a Trump de vuelta a la Casa Blanca está a punto de convertirse en maremoto.
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Trump, que se ha demostrado vulnerable a los halagos y el dinero, ha recibido con satisfacción la pleitesía mostrada, que le trae el reconocimiento que ha buscado toda su vida. «Zuckerberg, como tantos otros hombres de negocios, entiende que Trump es un agente del cambio y la prosperidad», dijo tras los fastos del pavo su asesor Stephen Miller, futuro adjunto al jefe de gabinete.
Seguramente también le influyó la amenaza velada que le hizo Trump en julio en las redes sociales, a advertir que perseguiría a los «defraudadores electorales» que permitiesen campañas contra él. Para cuando vio le vio con el puño en alto y la oreja ensangrentada tras del atentado de Butler (Pensilvania), el consejero delegado de Meta se cambió de chaqueta. En público le llamó «un crack». En privado el mes pasado le dijo que nunca hubiera votado por sus adversarios -primero Biden, después Kamala Harris-.
Tocaba sellarlo como corresponde al ambiente de multimillonarios del que se rodea el magnate: con una gran donación de un millón de dólares por parte de Meta a la plataforma para celebrar su investidura que, a diferencia de las donaciones de campaña, pueden ser ilimitadas. Trump siempre recuerda quienes han sido los primeros en apoyarle. Por eso el resto de los líderes de Silicon Valley se han apresurado a seguirle los pasos. El consejero delegado de Google, Sundar Pichai, volará a Mar-a-Lago la semana próxima, según publica el portal The Information.
Más significativa será la visita de Jeff Bezos, propietario de Amazon y The Washington Post, cuya presencia en Mar-a-Lago fue anunciada el miércoles por el propio Trump en entrevista con CNBC, tras su momento de gloria en la Bolsa de Nueva York, con su foto en la portada de 'Time' como Persona del Año. En el pasado los enfrentamientos con Zuckerberg por las críticas que Trump recibía en 'The Washington Post' llegaron a ser tan personales y vengativos que el entonces presidente acusó a Amazon de estar recibiendo un trato preferente por parte de Correos para el envío de sus paquetes. Faltó poco para hundirle el negocio reclasificando las tarifas, de no ser porque el Congreso intervino, consciente de que por el camino hundiría a la empresa pública de mensajería, al privarle de su mejor cliente. Al anunciar la visita de pleitesía que le hará Bezos, el líder republicano estaba celebrando su sometimiento, que se traducirá en otro millón de dólares de donación a su comité inaugural de investidura.
Bezos es también propietario de la compañía espacial Blue Origin, que tiene contratos con la NASA, y Amazon tiene uno de 10.000 millones con la Agencia de Seguridad Nacional para su nube. En el adelanto de su próximo libro, presentado la semana pasada, Bezos alaba a Trump por «la energía que trae para reducir las regulaciones». Sam Altman, consejero delegado de Open AI, la empresa de inteligencia artificial que dio vida a ChatGPT, anunció este viernes que se suma a la corriente con otro millón de dólares a la investidura de Trump, convencido de que «liderará» al país en el avance de esa tecnología, a la que el Gobierno de Biden quería poner frenos éticos.
«Está claro hacia dónde sopla el viento; ahora vamos a hacerle la pelota al nuevo régimen,» admitió Steve Hilton, cofundador de Crowdpac y fundador de Golden Together, a la cadena de televisión ABC. En las redes sociales se han visto numerosos amagos de ello.
Entre medias empieza también a cundir el entusiasmo por los cambios que pueda traer un presidente que no se apega al sistema y conecta con la vena libertaria de la izquierda. «Este ethos libertario de Silicon Valley ha sido una gran parte de la cultura durante décadas. Solo que, durante mucho tiempo, se asumió que todos en Silicon Valley eran demócratas», explicó Hilton.
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